Ser valientes con el optimismo de la motorada
Desde todos los sectores se apunta a que la de este año será una Motorada como las de antes, así que sólo cabe ser responsables y estar preparados
Llevamos dos años en los que si una noticia era mala, la siguiente la superaba. Que si una previsión era a la baja, la que la matizaba bajaba aún más lo que debía ser bueno. A no ser, claro, que lo negativo fuera un número ... alto, en cuyo caso, la cifra que resultaba al final superaba a la inicial. El galimatías se resumía con claridad con aquella ley de Murphy de que si algo podía ir mal, iría mal. Han sido dos años de esperanzas truncadas, de nuevas cepas desilusionantes y de infecciones que no cesaban. No es una excepción lo que ha sucedido en los últimos meses. Cuando parecía que la recuperación económica estaba en ciernes, la guerra en Ucrania nos ha azotado con un aumento de precios en la energía que ha tenido su reflejo en una inflación galopante...
Y, sin embargo, nos hemos topado con una noticia que se esperaba buena y, resulta que todo apunta a que puede ser mejor. Se trata de la celebración de la Motorada 2022, que llega tras estos citados años de pandemia. Los responsables del sector turístico, tanto los políticos como los hosteleros (poco dados a lanzar las campanas al vuelo) ya hablan de que se espera una de las mejores celebraciones. Ganas no faltan. Sin embargo, hay que hacer una llamada a la cautela porque, pese a que hayan desaparecido en gran parte las mascarillas, el virus aún continúa con nosotros. Hay que ser responsable tanto individual como colectivamente y mantener ciertas precauciones que, sin condicionar nuestras ansias de libertad, nos protejan de las últimas y más contagiosas variantes.
La Semana Santa, con el ejemplo de los cofrades, ha sido una demostración de que si todos ponen de su parte, los grandes acontecimientos a los que estábamos acostumbrados antes de que llegara el fatídico 2020 son posibles. El lleno en los hoteles, en las calles, en los bares y en el circuito de Jerez pueden ser una buena despedida al virus al son de la música de los motores y del olor a goma quemada. Pero que no se convierta, por la imprudencia de unos pocos o de todos, en una fiesta de bienvenida.
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