Trabajo e ideas contra la fuga de población
La pérdida de habitantes, ya crónica, no será revertida con versos y tuits, es necesario el trabajo práctico y real
Los datos que cada ejercicio, con el cambio de año, hace públicos el Instituto Nacional de Estadística (INE) hace mucho –décadas ya– que son demoledores para la ciudad de Cádiz. Desde finales del siglo anterior, cuando la población de la ciudad tocó su techo por ... encima de 150.000 habitantes, las caídas son ininterrumpidas y nada apunta, en mitad de una monumental crisis económica, social y sanitaria, a que la tendencia vaya a cambiar como mínimo hasta que haya transcurrido un lustro. Podría decirse, sin temor a la exageración, que cada mes decenas de personas emigran a otros puntos de España, Europa o el resto del mundo buscando mejor suerte en cualquier lugar. Y como casi siempre que sale una estadística de esta índole, Cádiz se coloca en los puestos de cabeza. La media de habitantes de la provincia que, de forma anual, se trasladan y dejan de residir en este territorio rozó las 3.000 entre 2010 y 2020. Es una cifra preocupante y los que viven en la Bahía de Cádiz forman el grueso de esta cifra.
El éxodo se ha convertido en algo habitual. La provincia con mayor tasa de paro, y aún más su capital, están lejos de ser atractivas para cualquier persona que tenga un proyecto de vida, que pretenda asentarse en un puesto de trabajo con unas mínimas garantías. En el caso de la ciudad de Cádiz, la incapacidad de los actuales gestores municipales para impulsar una mínima política de vivienda desde su llegada en 2015 redondea el desastre. Para tratar de revertir esta situación, para buscar fórmulas de recuperación siquiera a medio plazo hacen falta ideas y acción, actividad y trabajo. Los discursos engolados sobre «cambiar el modelo productivo» y los lamentos no van a ayudar a miles de familias, trabajadores, estudiantes y autónomos. No van a impedir que tengan que irse. Por eso resultan más necesarias que nunca propuestas como la de Ciudadanos Cádiz. Plantea medidas prácticas para que la ciudad sea un destino preferente y preferido para teletrabajar, además de replantear el turismo de congresos para hacerlo más competitivo y potenciar el idiomático. Lo que hace falta son ganas, esfuerzo y esperanza en vez de versos y tuits, en lugar de proclamas vacías para llamar la atención en cualquier pantalla.