Toda España como Cataluña
Cada vez resulta más incómodo opinar sobre cualquier cuestión política entre familia o amigos
![La Voz de Cádiz: Toda España como Cataluña](https://s1.abcstatics.com/media/opinion/2020/05/29/v/vox-kfPC--1248x698@abc.jpg)
Parece que los españoles se han levantado un día, en pleno confinamiento por la epidemia, y de repente se han vuelto todos catalanes. Ya bailamos al son de las cacerolas y los exabruptos. Hemos reproducido socialmente en el ámbito nacional el esquema del desencuentro entre ... catalanes. Si allí hace años surgieron temas tabúes, si los amigos y familiares empezaron a andar de puntillas a la hora de opinar de política o a morderse la lengua en reuniones íntimas, a seleccionar quién era de este bando y quién del otro, aquí corremos el riesgo de ver el fenómeno extendido y puede que aumentado.
Parientes y compañeros que en los primeros encuentros de la desescalada prefieren dejar de lado lo que piensan, grupos de amigos entre los que se trazan líneas divisorias o simples grupos de whatsapp de los que la gente sale echando sapos y culebras porque considera que hay sectarios, intransigentes, fundamentalistas. Valen los calificativos para los de un lado y para los de otro. Y como siempre que los extremos se radicalizan y ganan terreno, la moderación y la sensatez se estrechan para luego ser tomadas como neutralidad, indolencia y más tarde como cobardía antes de pasar a la categoría definitiva de traición.
La aparición de un partido como Vox , con capacidad de imantar al PP, y la constitución de un Gobierno endeble aliado con líderes que venían de una izquierda radical con pronunciamientos extemporáneos como «cazar fachas», hacían presagiar un futuro inestable. Más aún cuando el propio presidente del Gobierno auguraba un grave insomnio para él mismo y para España entera si tuviese que pactar con un partido al que una semana después se abrazó, con todas las de la ley. Y, sí, el insomnio llegó. Llegó en forma de virus.
La gestión tardía –no solo el 8-M sino los partidos de fútbol, los pronósticos burlescos de Fernando Simón...– del coronavirus encrespó los ánimos y el horizonte de la radicalización se nos acercó a gran velocidad. De poco ha valido que la gestión de la crisis se volviera razonable con el confinamiento y otras medidas. El Gobierno ha optado por dispararse en el pie a cada diez pasos. Pacto con Bildu, derogación nocturna de una ley controvertida, barullo Marlaska. Y bronca, y bufidos. Todo lo que no necesitamos. Un mensaje transmitido desde la cúspide política, desde quienes están llamados a guardar la paz social, para que la ciudadanía los siga como las ratas de Hamelín.