En tiempos turbulentos, calma
Cortar el puente para exigir carga de trabajo a largo plazo es una medida obsoleta e infructuosa en estos momentos
Solidaridad. Por supuesto. Nadie se puede alegrar porque una sola persona pierda su trabajo. Los compañeros del metal arropan a los empleados despedidos en estos últimos días, en su versión represaliados por participar en el corte del puente Carranza del pasado jueves.
Más ... allá de si esas son las verdaderas razones del despido, los obreros deben dejar atrás estos comportamientos trasnochados, propios de otras épocas. Obsoletos. Quemar neumáticos, lanzar tornillos, obstruir la entrada a Cádiz suena a los 80 y 90, a los años duros de la reconversión. Surtió efecto en mayor o menor medida, dependiendo del grado de populismo del político de turno, del conteo partidista de votos. Pero ¿ahora? Huelga decir la manida sentencia de que a quien molesta es al ciudadano de a pie que precisamente va a currar y que de esta manera se le impide realizar su trabajo. Que muy probablemente al político o gestor al que lanzan sus protestas ni pase por allí y ni se dé por aludido. En conclusión, que estas presiones sirven cada vez menos, y se quedan en un simple desahogo colectivo.
Pero es que además vivimos tiempos duros, en los que la crisis laboral no es patrimonio exclusivo de las empresas auxiliares del metal de la Bahía de Cádiz . Exigen carga de trabajo a largo plazo, en un futuro, si bien con un horizonte temible que puede rondar el 40-50% de paro en la provincia ¿quién no quiere eso? Camareros, hosteleros, artistas, cocineros, empresarios del ocio nocturno, ahora zarandeados por la ley... ¿todos al puente? ¿A quemar ruedas?
Aparte de ser insostenible, es que sufrimos, más que vivimos, una etapa que obliga a redoblar esfuerzos y a mostrar «implicación y productividad». No hay peor carta de presentación para pedir inversión externa que solicitarla a las bravas, perjudicando a su vez a los proyectos actuales que son el principal sustento de todos. Por ello Navantia y las empresas del metal han sido muy críticas con esta actitud, que amenaza con multiplicarse en las próximas fechas. Hasta los sindicatos se han desmarcado de estas protestas por infructuosas y exageradas, una respuesta desmedida.
En pleno hundimiento de la economía , mirar por el bien individual provoca rechazo. Y para ganar la guerra laboral y política primero hay que ganar la batalla mediática y social. La pandemia y los efectos del coronavirus exigen templanza y mesura, y una actualización en las formas. Que los tiempos han cambiado y hay quien parece no se ha dado cuenta.
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