La tercera ola es demasiado peligrosa

Con la cifra más alta de contagios en 24 horas, registrada ayer con casi un millar, la llamada a la responsabilidad individual vuelve a ser urgente

Para los que viven en la provincia de Cádiz o la frecuentan «ola» era un término amable, que evoca veranos, baños, orillas y placer compartido con seres queridos. Al margen de su acepción ligada a los maremotos o los temporales, su pronunciación sólo ... traía nociones agradables, dulces y saladas. Hasta eso ha cambiado esta pandemia que recorre el mundo. Ahora, cuando cualquier persona oye ese término piensa ya en una subida del número de contagiados, hospitalizados y víctimas del nefasto Covid-19. Los momentos de máxima gravedad se denominan así, ola. La primera fue la de marzo y abril. La segunda, la de octubre y noviembre. Ahora, pocos discuten que estemos ante la tercera. Para comprobar que no se trata de opinión, ni siquiera de expertos, la Junta de Andalucía confirmaba ayer un nuevo récord de positivos en un sólo día en la provincia: 952 nuevos casos en el recuento de 24 horas. Nunca, ni en la primera ola, ni en la segunda se había dado tal cifra. Casi mil. Da miedo pensar en la presión hospitalaria que pueden provocar estas cifras. Resulta inevitable asociarlas a los encuentros, los desplazamientos y la relajación de las fiestas navideñas. Aquello de «salvar la Navidad» siempre sonó a mala idea, a imprudencia, como lo fue aquel canto de Pedro Sánchez a «salvar el verano». Menos mal que vamos aprendiendo, a base de dolor, y ya nadie se plantea «salvar» la Semana Santa, el Carnaval, las ferias, el fútbol o cualquier otro tipo de evento que propicie concentraciones. Sólo hay una cosa que salvar: vidas.

Por eso resulta lógico, sensato, que el presidente de la Junta de Andalucía anticipase ayer nuevas medidas sin fijar ni concretar contra la movilidad de los ciudadanos, cierres perimetrales o limitación de aforos y horarios. Como parte esencial del adelanto de lo inevitable, descarta por el momento un confinamiento total como el vivido la pasada primavera. En cualquier caso, la llamada a la responsabilidad individual es más necesaria que nunca por más cansancio que podamos acumular. La misión es la misma pero más urgente: no contagiar, no contagiarnos, que los hospitales no colapsen, que las UCI no se abarroten de pacientes en una situación difícil, atendidos por profesionales agotados física y mentalmente. Va a ser necesario cumplir estas normas, y las que vengan, aprender del pasado y entender que aún quedan semanas, meses, muy difíciles.

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