El telón de acero dentro del Gobierno
La decisión de ampliar el número de destructores con base en Rota ha provocado un nuevo enfrentamiento en el gobierno Frankenstein
La OTAN ha certificado la vuelta de la Guerra Fría. O de varias. Por una parte, está la Guerra Fría entre el bloque occidental (encabezado por Estados Unidos) y el asiático (con Rusia como epítome del mal, al que siguen China y una ambivalente India) ... y, por otra, la guerra fría existente en el Gobierno Frankenstein que se avino a conformar Pedro Sánchez en 2020. Quien mal anda, mal acaba y esta conjunción socialcomunista ha dado muestras de su extrema debilidad desde el primer momento.
No deja de ser curioso que la oposición a la labor que está realizando el Gobierno la realice, precisamente, la otra pata del Gobierno. Mientras que los ministros del PSOE se han alineado, no les queda otra, con el presidente Sánchez en su decisión de apoyar la propuesta americana de ampliar de cuatro a seis el número de destructores en la Base de Rota, los de la coalición de Izquierda Unida y Podemos se han revuelto como un tigre herido y han anunciado que, cuando la propuesta llegue al Congreso, ellos votarán que no. Y quienes anuncian su negativa a seguir la línea marcada por el presidente no son cargos menores de la coalición, sino dos de sus ministros: la díscola Belarra y el impredecible Garzón.
El balón de oxígeno inesperado le ha venido a Pedro Sánchez por parte del Partido Popular, que anunció al poco de conocerse el acuerdo que lo apoyaría porque, por encima de todo, ponen «el interés de los españoles». Demuestra, ante todo, responsabilidad, pues la defensa requiere de una política de estado alejada de los contingentes intereses partidistas de cada momento. No hay que olvidar que parte de los acuerdos que ahora se fraguan tuvieron sus orígenes en la administración de Zapatero primero y de Rajoy después, que ahora Sánchez ha retomado.
Cuando desde la propia trinchera es de donde llegan los disparos, no hay seguridad posible. Esta nueva crisis de Gobierno confirma lo que ya se denunciaba en el comienzo de la legislatura: no hay una línea de actuación clara y no se pueden seguir políticas coherentes cuando cada uno de los socios tiene intereses contrapuestos.