La soledad de quien no quiere dialogar

Las fuerzas de izquierdas hacen una llamada a la unidad, pero quizá subestiman la capacidad de Kichi y su entorno para quedarse solos en medio de la tormenta

No hace falta hacer leña del árbol caído. El batacazo de la izquierda en las últimas elecciones andaluzas fue gigantesco, mastodóntico, gargantuesco, morrocotudo. Tanto por parte del PSOE, que perdió tres parlamentarios, como, sobre todo, por parte de la ensalada de confluencias y alianzas a ... su izquierda, se han dejado una buena ristra de votos y, sobre todo, de parlamentarios. Tras el golpe, las izquierdas que habían ido separadas coincidieron en señalar dos cosas. La primera, que ir tan profundamente divididos había sido la causa de su debacle electoral. Y la segunda, que la culpa la tenían los otros (léase Podemos, Izquierda Unida, los anticapitalistas...) y nunca ellos mismos (es decir, los mismos anticapitalistas, Izquierda Unida o Podemos).

La situación no se plantea de manera muy diferente en las municipales. En el caso de Cádiz capital, las fuerzas a la siniestra del PSOE, Podemos e Izquierda Unida, han hecho un llamamiento a la confluencia de cara a los comicios locales de 2023. Parece más que probable que entre ellos repetirán coalición, heredera de la calamitosa experiencia de Por Andalucía, pero ofrecen la mano a la tercera de las tres fuerzas izquierdistas de la ciudad –excluyendo al PSOE–, es decir, al núcleo de anticapitalistas liderado por José María González. Hay que recordar que su equipo de Gobierno no tiene relación con Podemos y forman parte de esa rama escindida y díscola que encabeza Teresa Rodríguez. Podemos e Izquierda Unida se enfrentan al reto de tratar de negociar con quien, irónicamente, ha demostrado ser un político con una escasa mano izquierda y con una cintura mínima. No es la capacidad para llegar a acuerdos una de las normas de la administración Kichi, como los vecinos de la ciudad y decenas de trabajadores municipales han podido sufrir en sus propias carnes.

De hecho, ni siquiera está cerrado que sea el propio González Santos el que lidere a su grupo de cara a las próximas elecciones. Kichi mantiene la misma estrategia de confusión que el resto de formaciones y no aclara cuál es su futuro a medio plazo. Lo que suponemos un reto será que, ahora, se siente a dialogar para buscar acuerdos con quienes no sean los suyos. Unos suyos reducidos a un círculo cada vez más pequeño.

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