El sistema educativo como referencia
Los colegios demostraron ser un lugar seguro gracias al esfuerzo de todos los actores, que estudian las medidas frente a la pandemia del próximo curso
La pandemia no sólo ha sido una amarga tragedia con un coste inmenso de vidas humanas. Ha supuesto un auténtico desafío para los pilares básicos de nuestro estado de bienestar. La Sanidad colapsó y estuvo a punto de quebrar; la clase política en general, con ... escasas excepciones y casi todas procedentes del municipalismo, ha demostrado no estar a la altura de tan compleja gestión.
El sistema educativo, tras el ‘apagón’ de los primeros meses, sí que aprobó con nota el examen. Hubo quejas, lamentos, mensajes apocalípticos, gritos de terror, pero llegó septiembre. Y se demostró que el colegio era uno de los lugares más seguros. Las normas pactadas por los distintos actores (librados del cariz ideológico y con excelente coordinación entre administraciones) y la plausible labor de docentes y equipos directivos permitían alejar al virus de las aulas.
Esta próxima semana arranca un nuevo curso y los gestores han aprendido de los aciertos. Sería ridiculo aumentar las restricciones pues difiere la situación, mucho más positiva, pero aún así se opta por la prudencia pese a tener prácticamente completa la campaña de vacunación: mascarillas para mayores de seis años, grupos burbujas, flexibilización de horarios en los primeros días, con el horizonte de la presencialidad plena en un corto espacio de tiempo. Es indiscutible. La socialización en la escuela reviste tanta importancia como el aprendizaje de las asignaturas, y con calles llenas, bares repletos, estadios y plazas de toros a rebosar, no se puede tener las clases a medio gas.
El éxito del pasado curso escolar se basa en el funcionamiento de todas las piezas para que el engranaje se desarrolle correctamente. La administración ha cumplido con una fuerte inversión que ha de mantener mientras permanezca el actual contexto y que servirá de referencia para el diseño del modelo futuro. Voto a favor de las Autonomías, muy por encima del Estado fallido. Tanto los profesionales como padres han asumido las normas con profesionalidad y estoicismo. Y, sobre todo, los alumnos. Esos niños y jóvenes a los que se ha criticado sin piedad durante el verano (quien esté libre de pecado...) y que han tenido que madurar antes de tiempo y a golpe de pandemia.