El Apunte
Sin techo, sin hogar y sin ayuntamiento
Cinco años después de convertirlo en bandera electoral, el auxilio a las personas que viven en la calle es un gran fracaso
Cuando el artefacto político de la demagogia , Podemos-Adelante, llegó al poder municipal en Cádiz, las personas sin techo ya ocupaban determinados espacios en la capital gaditana.
Suponían un dolor para cualquier ciudadano con algo de conciencia y decencia pero muy difícil ... de resolver por la situación social, sanitaria y personal de muchos de ellos, que mezclan temores con distintas patologías y adicciones, en muchos casos, además de un común desarraigo familiar.
Distintos espacios de la ciudad se convertían en aquellos días en el hogar de personas cuyo único techo era el cielo de Cádiz. Los actuales responsables municipales utilizaron su situación para obtener beneficio político y achacar este fenómeno –casi planetario y con muchas décadas de existencia– a sus oponentes en las elecciones locales.
Desde las asociaciones y entidades que prestan de forma altruista su ayuda a estas personas sin hogar ofreciéndoles comida, productos de higiene o simplemente escuchándoles, siempre saltaron las voces alarma al creer que no era posible dar con soluciones mágicas.
La prueba de que prometer calles libres de sintecho , o lo que es mucho más importante, personas liberadas de dormir en la calle, era una patraña es la realidad actual, cinco años después. Los que durante su primera campaña electoral de las Elecciones Municipales presentaron la erradicación del ‘sinhogarismo’ como una de sus banderas han demostrado que –como en otros muchos asuntos– las cosas de palacio van más que despacio.
Van hacia atrás . Con el desgraciado incendio de Santa Bárbara, el fenómeno se ha disgregado aún más por la ciudad. Ya estaba presente en cinco emplazamientos al menos. Ahora son más y alcanza hasta a un icono como el puente de la Constitución de 1812. El partido que venía a solucionar todos los problemas sociales de la ciudad se muestra alarmantemente corto de ideas y actuaciones.
Cádiz no se puede convertir, tal y como dicen las organizaciones que se dedican a atenderles, en una ciudad que conviva con normalidad con estas escenas que atentan contra las mínimas exigencias de humanidad. Las personas sin hogar necesitan mucho más que un ‘kit’ de verano o de invierno, más que un centro de «baja exigencia», más que promesas electorales frustradas, más que palabras. Necesitan de una atención real, integral y personalizada de manos de profesionales. Y no la tienen.
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