El silencioso y preparado defensor
Cádiz alberga más de 11.000 militares, un colectivo tan importante como discreto en la estructura social de la provincia
Puede usted hacer la prueba. Pregunte a sus familiares, a sus amigos, a la gente que le acompaña en sus redes sociales, cuál es el principal colectivo profesional de la provincia de Cádiz. Le saldrán muchas propuestas: trabajadores del metal, pescadores, estibadores, agricultores... puede que ... incluso alguno le diga que carnavaleros. Pero muy pocos le dirán que militares. Sin embargo, el castrense es uno de los principales colectivos de la provincia de Cádiz por tradición, por su vinculación con la ciudadanía y, sobre todo, por la diversidad y esencialidad de funciones que desempeñan en esta tierra para ella y por el resto de España.
Más de 11.000 mujeres y hombres forman parte de los destacamentos que los dos ejércitos y la Armada tienen en la provincia de Cádiz. Que la provincia es uno de los territorios clave en la defensa nacional no se le escapa a nadie. Su posición estratégica, al sur de la Península Ibérica, con el control del Estrecho de Gibraltar y la proximidad de Marruecos, la hacen un enclave fundamental dentro del esquema OTAN. Los propios Estados Unidos lo entendieron hace mucho tiempo, estableciendo en Rota una Base de uso conjunto que es fundamental para las operaciones militares en el hemisferio occidental.
Por encima de su situación estratégica, ha sido el aprovechamiento de los recursos y el talento de tropa y oficialidad lo que los ha hecho fundamentales. Y, por descontado, su abnegado cumplimento de las misiones encomendadas. No olvidemos que en los primeros días de la pandemia, fueron prestos a nuestras calle para cumplir con la operación ‘Balmis’. Después, hicieron los rastreos con la misión ‘Baluarte’. También hubo milicia gaditana atendiendo a los daminificados en La Palma y están en la frontera con Rusia en el marco del conflicto actual. Nuestra tropa, que ayer celebró el Día de las Fuerzas Armadas, es tan excelente como imprescindible. Pese a que desde el mismo Gobierno (y desde sus socios) se ponga siempre en cuestión lo fundamental de su misión.
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