Los servicios básicos se disparan en pleno verano

La electricidad, la gasolina o la bombona alcanzan máximos históricos mientras sueldos y pensiones pierden poder adquisitivo. El Gobierno que iba a defender a los vulnerables dice que nada puede hacer

El escenario es conocido por todos desde hace ya más de dos meses pero su impacto en la vida de muchos ciudadanos, de muchas familias, no ha hecho más que comenzar. Se trata de la subida, simultánea, de precio de servicios y suministros básicos, que ... van desde el combustible más común en el automóvil hasta la bombona de butano. Pero si esta vorágine alcista tiene un rasgo reconocible es el del coste de la factura doméstica de la electricidad. Los precios se han instalado en niveles casi nunca vistos y han superado, uno tras otro, el récord histórico con tarifas finales que superan los 110 euros el megavatio hora de media.

«Estamos preocupados por el alza del precio de la energía», ha llegado a asegurar el ministro de Consumo, Alberto Garzón, entre vídeo y vídeo contra el consumo de carne. Aseguró, en un alarde de irresponsabilidad, que la alarmante situación responde a «razones de carácter internacional y desgraciadamente apunta a que ese mercado internacional va a seguir tensionado los próximos meses».

En una traducción simple, podría fijarse que viene a decir que no tiene la menor idea de lo que sucede, que no es cuestión de su Ministerio, que no puede hacer nada y que, de hecho, nada va a cambiar en muchas semanas.

La subida de los recibos y servicios básicos se suma a la crisis económica derivada de la pandemia, con un reguero de cierres, despidos, expedientes de regulación y recortes en todo tipo de empresas públicas y privadas. Si se suman el temor al Covid, la recesión económica y la inflación en suministros imprescindibles (gasolina, electricidad y gas en sus máximos históricos) resulta una combinación alarmante para la sociedad. La combinación deriva en un complicado ‘tourmalet’ para las economías domésticas. Y la serie no ha hecho más que comenzar porque ya se da por inevitables el incremento (o recuperación) de peajes en autopistas y autovías, en el transporte público, en las tasas municipales y, por consecuencia, en la cesta de la compra. Mientras que el consumo familiar ha experimentado un ligero repunte en Cádiz durante el segundo trimestre del año, como consecuencia de la vacunación y la eliminación de restricciones, muy pocos, más bien nadie, se atreve a pronosticar que esta escalada de precios tendrá freno en lo que resta de año. Incluso, en 2022.

El Gobierno de la nación se ha apresurado para anunciar la recuperación económica pero lo que perciben los ciudadanos es una escalada de precios, e impuestos, que asfixian sus bolsillos y las economías domésticas. Mientras, las pensiones y los salarios se ajustan, pierden poder adquisitivo y se muestran insuficientes para que la mayoría de los contribuyentes llegue a fin de mes.

Y esta situación la provocan los que iban a trabajar por los más vulnerables. Pues, menos mal.

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