Señor Vila, ¿qué hago yo con el coche?
Los planes del Ayuntamiento de peatonalizar el centro se asumen sin dar una alternativa clara a los conductores gaditanos
Es prudente, en esta época de especial zozobra intelectual, echar mano del sabio refranero español. Éste, en una de sus consejas, recuerda que el infierno está empedrado de buenas intenciones. Unas buenas intenciones que pueden ser el empedrado de la peatonalización de las calles gaditanas, ... que van progresivamente cerrándose al tráfico para desesperación de unos conductores que no saben qué hacer con su vehículo. La buena intención del equipo de Movilidad Urbana que comanda Martín Vila está convirtiendo la ciudad en un auténtico infierno para visitantes y paisanos.
Que el centro de Cádiz pasa por ser peatonal y porque se restrinja más el tráfico rodado es algo que no escapa a nadie. En todas las grandes y medianas ciudades europeas se está viviendo este proceso de peatonalización o, como dirían nuestros ediles y edilas, esta recuperación del espacio público para el peatón. Pero de lo que no han tomado nota es de que en todas las ciudades, en paralelo a esa recuperación, se ha ido produciendo una habilitación de alternativas para no hacer imposible la movilidad. Sólo si se ofrece un sistema de transporte público de calidad y aparcamientos accesibles y a un coste razonable en las cercanías de los centros se puede afrontar un proyecto de tal magnitud sin provocar el desconcierto que están suscitando estas medidas en la ciudadanía. Más de un residente en el centro, al saber que se iba a incrementar el control sobre las vías del casco antiguo, ha dejado caer un «Martín, ¿qué hago yo con el coche?» Lo sucedido el pasado fin de semana, cuando los hosteleros denunciaron que sus clientes se marchaban al no poder acceder a la ciudad, debe servir de aviso de lo que puede ser el día a día en Cádiz si no se afronta todo este proceso de una manera racional, ordenada y generosa con el vecino.
Martín Vila, entendemos, tiene las mejores intenciones del mundo. Quiere una ciudad respetuosa con el medio ambiente y en el que la ciudadanía pasee admirada de la belleza del patrimonio gaditano. Pero poco se cuidará del primero si los coches están dando vueltas buscando desesperadamente dónde aparcar y poco de lo segundo conseguiremos si los visitantes, ante el infierno de llegar a Cádiz, terminan optando por irse a otro lugar.