El apunte
Una Semana Santa para reflexionar
La sociedad se ha reconciliado con la alegría en unas fechas esplendorosas, en las que brilló el sol y con él se marcaron algunas sombras
La Semana Santa es el mejor exponente cultural, artístico y folclórico de Andalucía. Una explosión de fe y de sentimientos, rebosante de contrastes propios de una tierra con tan magna riqueza histórica. Los desfiles procesionales regresaban tres años después, la penitencia se alargó más de ... mil días por la maldita pandemia, y en estos días ha cobrado aún mayor fuerza ese dicho de que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde.
Han sido jornadas esplendorosas, vividas con fervor, devoción y/o alegría, pues cada uno la siente como decide. Se ha multiplicado la asistencia a los cortejos, las calles han sido ríos de gente, oriundos y turistas, que han dado un impulso definitivo para iniciar la recuperación una vez doblegado al virus. La sonrisa se ha dibujado sobre unas caras libres de mascarillas, y es que esa restauración no sólo ha de ser económica sino también psicológica y emocional. Playas llenas, terrazas completas, bares sin butacas libres y el ambiente bañado por un sol primaveral, con la excepción de los mojados Lunes y Martes Santo.
A este nivel social, igual que supusiera el Carnaval un mes antes, parece ser la reconciliación del pueblo con la alegría secuestrada.
Pero esta Semana Santa también ha de servir para reflexionar. La labor de cofradías y hermandades durante todo el año, máxime en sus días grandes, es encomiable. Representan el valor humano de la unidad en pos de una meta común. Décadas de pasión han consagrado una maquinaria que funciona con la precisión de un reloj suizo. Por ello, sus errores (y quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra), relucen con demasiada evidencia. Este 2022 la ansiedad por reencontrarse con los fieles ha dado paso a decisiones precipitadas en las que se puso en riesgo el patrimonio de cada casa, desafiando a la lluvia en una batalla desigual y ampliando esa sensación de encontrarnos con una sociedad en exceso folclórica y exhibicionista.
Ha ocurrido también en la carga, maltratada en ocasiones, sobre la que ha pesado además la eterna temporada de descanso obligado, cambios inesperados, falta de compromiso de algunos que empañan el esfuerzo del resto y la diferencia generacional, en la que salen perdiendo fuerza y devoción.
El exceso de ánimo, el defecto de músculo, no es condición única y exclusiva de Cádiz, mal pese a los oportunistas, sino que ha recorrido los diferentes puntos cardinales de Andalucía, transitando por Sevilla y Jerez, donde también allí han hecho estación de penitencia.
Ver comentarios