La segunda ola tiene menos justificaciones
Los más de cien contagios al día o casos como el de la residencia de Valdelagrana obliga a preguntarnos qué ha sucedido
Fue hace solo seis meses pero el tiempo transcurre ahora de otra manera. Cualquier situación anterior a marzo de 2020, a la celebérrima pandemia, parece que sucedió hace una eternidad. Pero fue hace solo unos meses cuando también nos quejábamos de los colapsos hospitalarios. Entonces ... eran en Urgencias, de forma cíclica cuando llegaban los efectos de los recortes (con doña Susana Díaz al frente) y los célebres picos de la gripe. Sucedía cada Navidad, cada verano. Y entonces parecía que a los usuarios no les faltaba razón cuando lamentaban la extensión de las listas de espera, el mal uso que algunos ciudadanos hacen de los servicios reservados a situaciones urgentes o las camas cerradas por vacaciones. La epidemia gripal de cada invierno, aquello de que Urgencias no daba abasto o los centros de salud cerrados por la tarde, que se repetían como las nevadas o las olas de calor, resultan ahora un leve dolor de muelas. Comparadas con la situación vivida en los últimos seis meses, aquellas de antes parecen quejas infantiles.
La mayor diferencia entre los temores, los lamentos, anteriores a 2020 es que las situaciones de aquellos tiempos eran previsibles y lo que sucede ahora no lo ha conocido, calculado ni gestionado nadie. El aumento de incidencia del virus Covid-19 a partir de agosto resulta, sin embargo, algo menos sorprendente y traicionero que el anterior, el primero, en marzo. Aún así, este segundo incremento de contagios enciende ya todas las alarmas. Sin ir más atrás, la provincia registraba ayer 103 nuevos positivos. El número total desde el tercer mes del año hasta el corriente, el noveno, ya roza los 4.000. Ha alcanzado los 3.895 casos.
Aunque el número de fallecidos es menor que entonces (así como el de atendidos en UCI), resulta lógico preguntarse por qué no se han establecido medidas preventivas mejores, más constantes y más eficaces para evitar situaciones como las de la residencia de Valdelagrana, donde se han producido casi 130 contagios y hay que lamentar ya un fallecimiento. Qué ha fallado. Es cierto que en esta segunda oleada crece con más velocidad diaria la cifra de personas curadas, más de medio centenar ayer. Con todo, es legítimo el temor al destino que sufra el creciente número de contagiados de cada día. Tenemos derecho a preguntarnos qué será de los más de cien contagiados ayer, cuántos tendrán problemas severos. En esta segunda ocasión no tenemos la excusa de la sorpresa, de lo inesperado.