El salto a la red
La digitalización del comercio ya no es un reto sino una obligación, la misma de los gobiernos municipales de fomentar el consumo local
Reinventarse. Un término al que tanto manoseo ha despojado de su primigenio sentido, de su profunda fortaleza. Una palabra ‘cliché’ para rellenar vacíos en conversaciones infructuosas. En cada crisis (tiempo de oportunidades, otra más), se alude a esa ‘reinvención’, que traducido resulta ‘algo debemos hacer ... pero no tengo ni repajolera idea’.
En el comercio es de uso recurrente. Pero la digitalización del negocio ya no es un reto, sino una asignatura pendiente. El negocio local aglutina una serie de ventajas sobre sus competidores que debe mantener y explotar. Son sus fortalezas: la cercanía con el cliente, su enclave dentro de la ciudad, la experiencia de años de trabajo, el conocimiento del comprador habitual... aderezados con los nada ‘desdeñables’ añadidos emocionales de nostalgia y tradición.
La pandemia ha destapado las vergüenzas de muchos al señalar las deficiencias de sectores conservadores, reacios a dar el paso al que empujan los tiempos. Ahora ya no es recomendable, sino obligado dar ese salto a la Red para adaptarse a los nuevos hábitos de consumo. Y hay que creérselo. La sociedad ha cambiado (aún no se sabe si evolucionado) y requiere inmediatez y omnipresencia. Sin excusas. Más una inversión en nuevas técnicas de marketing para fortalecer la marca, con el riesgo de pasar desapercibida ante una competencia mayor y deslocalizada.
El comercio local y tradicional debe ir adonde está el cliente. Y las administraciones han de empujar al cliente a ir adonde se ubican estas tiendas. Debido a la severa crisis económica, se ha apreciado en los últimos años una dejadez de los ayuntamientos en el lucimiento de sus calles y avenidas más representativas. Cuestiones como la limpieza, la seguridad y la iluminación se antojan fundamentales en ese efecto ‘rellamada’. De ahí que empiecen a funcionar iniciativas como los centros BID (Business Improvement Districts), una asociación que promueve la colaboración público-privada para el mantenimiento, desarrollo y promoción del correspondiente distrito comercial. Ambos, negociantes y gobernantes, van de la mano porque a todos les interesa. A todos ‘nos’ interesa participar de ese círculo en el que tu compra acaba siendo una inversión en tu ciudad, un modelo doblemente beneficioso para el consumidor.
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