Sacar pecho, pero sin coherencia
El equipo de Kichi, que presume de haber seguido el criterio de «la salud primero» para el COAC, no lo aplica para el resto de actos
A las decisiones de los políticos, gusten o no, deben exigírseles coherencia. Se puede estar en la toma de una medida acertado o no, pero se hace imprescindible que vayan todas en la misma dirección para que los ciudadanos, las empresas y, en definitiva, todos ... los agentes sociales sepan a qué deben atenerse. Esa coherencia, en el caso de la gestión que desde el Ayuntamiento de Cádiz se está haciendo de la pandemia del coronavirus, está brillando por su ausencia.
La medida que se tomó desde el equipo de Gobierno de José María González, ‘Kichi’, sobre aplazar el Concurso de Carnaval le ha salido al regidor como esperaba. Si ha sido por suerte o por un conocimiento exhaustivo de lo que iba a suceder meses después –hay que tener en cuenta que la decisión se tomó en septiembre– es una consideración que queda al arbitrio de cada cual. Como también queda el seguir pensando que la decisión tomada fue exagerada, puesto que desde distintos organismos se indica que, como sociedad, tendremos que aprender a convivir con el virus y que éste no puede condicionar de una manera tan determinante la agenda. El que la mayor parte de la población esté vacunada y los contagios no revistan tanta gravedad es otra de las circunstancias que nos invitan a pensar que su decisión fue, y sigue siendo, desproporcionada.
Eso no quita para que se entienda que, en este contexto, el alcalde saque pecho sobre la idoneidad de la apuesta, si bien hacerlo cuando los hospitales comienzan a llenarse y los hosteleros están registrando pérdidas revela una descomunal falta de elegancia y de tacto.
Pero resulta sorprendente que el celo con el Concurso del Falla y ese criterio de que «la salud de nuestros vecinos y vecinas es lo primero» no se haya trasladado al resto de acontecimientos de la ciudad que convocan a un buen número de ciudadanos. Así, es incoherente, según su lógica, que se mantenga la Cabalgata y los actos de los Reyes Magos, como tampoco tiene lógica que la agenda del teatro Falla, de competencia municipal, siga su curso sin apenas modificarse. Regodearse en los supuestos aciertos puede venir bien para satisfacer los egos, pero en la gestión pública lo imprescindible es buscar dónde pueden estar produciéndose errores y hacer lo imposible por subsanarlos.