Esa robada prosperidad de la ciudad

Frente a ese Cádiz prometido sin falta de vivienda y con los emigrantes regresados está la ciudad real fruto de una penosa gestión

Soñar es lícito. Imaginar un futuro mejor para todos, incluso para uno mismo, no solo es inevitable, sino también necesario. Otra cosa es prometer ese futuro mejor a los demás para ganarse el pan con el sudor del contribuyente; en especial, cuando esa promesa no ... deja de ser una simple quimera basada más en ensoñaciones adolescentes que en un proyecto real y constructivo. Las consecuencias de seguir ese tipo de promesas, de cantos de sirena, las estamos viendo cada día en la ciudad de Cádiz. Frente a las proclamas de quienes prometían un Cádiz donde no habría ni gente sin casas ni casas sin gente tenemos la inmisericorde realidad que muestra unas calles en las que cada vez hay un mayor número de sin techo.

No puede parapetarse el alcalde en esta ocasión en que no tienen constancia del problema. A los asentamientos de personas sin hogar de la plaza de las Tortugas o de las bóvedas de Santa Elena hay que sumar ahora el de la plaza de Candelaria, en pleno corazón de la ciudad. No es un asunto nuevo, ya que desde hace años personas sin recursos se dan cita en este emblemático lugar, pero en las últimas semanas el problema se ha acrecentado, hasta el punto de impedir la normal convivencia con los vecinos y de desplazar a los niños que solían jugar en este otrora apacible entorno.

La despreocupación del equipo de Gobierno de Podemos e Izquierda Unida con el asunto de los sintecho tiene dos grandes perjudicados. Por una parte, las propias personas sin hogar, que están abandonadas a su suerte y sin un lugar claro al que acudir. Y, por otra, los vecinos y comerciantes, que sufren en sus carnes los problemas de convivencia derivados de esta situación. Algunos comerciantes ya han alertado de que la proliferación de esta suerte de acampadas ilegales en la ciudad terminará por espantar al turismo. Además, lamentan que la falta de medidas por parte del equipo de Gobierno están provocando un efecto llamada que hará que cada vez sea más difícil solventar esta situación.

De nuevo, frente a las promesas y las grandes palabras del alcalde, la incontestable realidad de una ciudad que muestra su peor cara: la del abandono, la precariedad y la falta de interés por recuperar un esplendor con el que recuperar parte de su autoestima.

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