Responsabilidad y control
Las llamadas a la colaboración individual y las normas deben ser acompañadas con vigilancia del aforo en zonas de gran afluencia. También por parte de los ayuntamientos
El pasado fin de semana fue el primero con las nuevas normativas de movilidad y horarios . Aunque la apertura está dividida en dos fases, y la segunda llegará el próximo viernes, ha quedado claro que la ciudadanía está muy ansiosa, con lógicas excepciones, ... de poder salir a la calle con normalidad y realizar compras. Las colas en centros comerciales durante el sábado y el domingo, en toda la provincia, dejan claro que hay ganas de calle, de compras. Está claro que la Navidad es algo más que una fecha en el calendario y propicia rituales de consumo y encuentros familiares que son difíciles de romper incluso en una situación tan compleja como la que vivimos desde marzo. Pero con toda la comprensión necesaria, es preciso recordar que por encima de todo está la salud, la de nuestros seres queridos, la nuestra. Es preciso huir de las aglomeraciones, escalonar horarios, limitar encuentros. La responsabilidad es solo nuestra. Ninguna reglamentación, ninguna vigilancia podrá suplir nuestra colaboración, nuestras decisiones. Lo fundamental es evitar que estas navidades sean las últimas. Que resulten algo extrañas, algo frías, algo tristes, es secundario frente al objetivo principal.
Con esa premisa indiscutible y pese a reiterar que la responsabilidad individual es insustituible, cabe pedir a las administraciones públicas algo más de control y colaboración. Por ejemplo, los ayuntamientos son los responsables de tratar de limitar los aforos en zonas de gran afluencia. Las escenas vistas este fin de semana en calles, plazas o atracciones, en recintos comerciales o en aparcamientos, pueden y deben ser evitadas. Al menos, limitadas. No puede elegirse entre salvar la vida y salvar la Navidad porque la primera es condición sine qua non, irreemplazable. Navidad hay todos los años pero la salud sólo se pierde una vez y de la muerte o de las secuelas crónicas no se sale. Es una obviedad pero vivimos días en los que conviene recordarlas. España, Andalucía, Cádiz, aún sufren un número de fallecimientos insoportable. Las autoridades sanitarias, también los ayuntamientos, deben ser coherentes y tratar de arbitrar las medidas que, por impopulares que resulten, son innegociables. Las normativas y el despliegue policial deben tener una aplicación firme y constante. Por desgracia. Por ahora.