Responsabilidad navideña
Por más que resulte muy difícil y doloroso en estas fechas familiares, hay que mantener la precaución y la responsabilidad individual
Quizás por pura prevención, por temor a revivir las escenas más duras de estos últimos dos meses de otoño (o las de marzo y abril), hemos desarrollado un instinto colectivo para detectar cuándo se producen aglomeraciones peligrosas. De repente, llegamos a un lugar y pensamos: « ... Hay demasiada gente ». Antes lo decíamos por prisa o pereza pero ahora lo expresamos como una precaución ante un contagio del que hace un año no sabíamos nada. Esa alerta se ha despertado en los primeros días de compras o de paseos navideños, vividos en toda España el pasado fin de semana, con motivo de la nueva moda llamada ‘black friday’. Ese nuevo ritual de compras ha coincidido con el principio de un -leve- alivio en el número de contagios diarios, tanto en la provincia (aún con casi una decena de óbitos como media en cada jornada de esta semana) como en Andalucía y España. De pronto, una pequeña mejoría en la situación global es entendida como un alivio. Si a ese espejismo grupal añadimos las ganas de volver a vernos y de volver a tener una vida social, comercial, laboral, como la de antes de marzo, el resultado puede ser un comportamiento imprudente, por más que comprensible. Es tan sencillo como que no podemos comportarnos como si la crisis sanitaria hubiera sido superada. Es peligroso que una multitud de gaditanos quiera disfrutar de este tiempo de vida familiar y reencuentros como si nada hubiera pasado. Es imposible olvidar, ni siquiera criticar como injustas o innecesarias, las directrices que marcan las autoridades sanitarias. No puede volver a pasar -en enero, en febrero,- lo que hemos vivido en marzo, abril, octubre y noviembre de este infausto 2020 que por fin acaba.
No es el caso de los gaditanos el único en Andalucía o España, por supuesto. Un repaso a los medios ofrece un panorama similar de concentraciones en calles comerciales, en las que las distancias interpersonales se acortan hasta desaparecer. Por más que duela o moleste, habrá que mantener esta actitud con las reuniones de compañeros de trabajo, amigos y familiares. Para mayor motivo de precaución, está demostrado que son el principal foco de contagios. Es cierto que se avecinan fechas excepcionales, pero no es excusa. Hay que hacer un nuevo llamamiento, uno más, a la ciudadanía para que ejerza la responsabilidad individual que reduzca el número de dramas sanitarios.
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