Recuperación económica
España conserva ciertos mecanismos para eludir un rescate salvaje que provocaría el recorte de pensiones y salarios públicos
El gran déficit que acumulará España al final de 2020, que será probablemente de unos diez puntos porcentuales del PIB (es imposible precisar más ya que el desarrollo del proceso económico depende de la evolución de la pandemia, a escala global) será el ... resultado del gasto realizado en la contención de la crisis –recursos para financiar el colosal esfuerzo sanitario, para sufragar la hibernación de las empresas evitando su quiebra y la caída de sus trabajadores en el desempleo, y para crear una red social inferior que impida la caída de los menos favorecidos en la indigencia–, unido a una importante caída de la recaudación. Los expertos auguran que la deuda pública española, que a finales de 2019 estaba ligeramente por encima del 95%, podría escalar hasta más allá del 115% del PIB. Y ello se combinaría con dos millones más de parados, en gran medida trabajadores temporales de la anterior etapa que no pudieron acogerse a los ERTE y que tardarán en reingresar en el mercado de trabajo, lastrado por el retraso de ciertas resurrecciones del sector servicios.
De momento, España está acudiendo a los mercados de capitales sin el menor problema, sin que parezca necesario por ahora recurrir al MEDE (salvo en lo referente a la línea de liquidez precautoria de 250.000 millones de euros –de los que a España le corresponderán unos 24.000 millones– para sufragar el gasto de atención sanitaria asociado a la pandemia que activó este viernes el Eurogrupo y cuya única condición para los países miembros es acreditar que se trata de gasto sanitario). Como es conocido, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) que sirvió para financiar los rescates en la anterior crisis es, salvo la excepción mencionada, condicional, lo que no sería aceptable para España.
De momento, las primas de riesgo –incluso la italiana, notablemente superior a la española– se mantienen contenidas gracias a los 750.000 millones de euros, que podrían pasar a ser 1,5 billones (el doble) en el consejo del BCE de junio, lo que terminaría de proporcionar tranquilidad a las economías más afectadas por la pandemia. En definitiva, no tienen sentido los augurios siniestros de que España se aproxima a un rescate que nos obligará a graves recortes ‘a la griega’ (el rescate griego obligó a reducciones salvajes de salarios públicos y pensiones). Entre otras razones, porque la economía española está sana, y no tiene por qué dejar de estarlo cuando se recupere de la inmovilidad.
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