Reconstrucción y congreso
La única fuerza política que aspira a la alternancia no podía arriesgarse a quedar fuera de este proceso
![Pablo Casado durante la videoconferencia con Pedro Sánchez](https://s2.abcstatics.com/media/opinion/2020/04/21/v/mudarra-kL8C--1248x698@abc.jpg)
La videoconferencia de la jornada de ayer entre Pedro Sánchez y Pablo Casado venía precedida por un amplio aparato publicitario por ambas partes, y por más o menos persuasivas encuestas de opinión. El CIS había dado a conocer el pasado día 15 que el 91, ... 4 % de los españoles reclaman que cuando se supere la pandemia se haga un «esfuerzo especial» para afrontar la crisis económica mediante «grandes acuerdos», frente a un escaso 6,2% que prefiere que cada partido plantee sus propias alternativas.
El domingo, otra encuesta registraba que el llamamiento del Gobierno a las fuerzas políticas en pro de un gran acuerdo similar a los Pactos de La Moncloa de 1977 para afrontar la reconstrucción económica recibía como respuesta un 69,4% de «bien» o «muy bien», un 13,2% de «regular» y un 4,1% de «mal». Es, en fin, lógico que la sociedad reclame unidad de sus representantes políticos frente a una agresión exterior perfectamente apolítica, en este caso una pandemia desconocida que ha entrado a lomos de la globalización y que ha habido que afrontar improvisadamente, con los conocimientos y los medios de que se disponía.
Para solemnizar a priori la búsqueda del acuerdo, el Gobierno ha invocado el precedente de los Pactos de la Moncloa, que consiguieron aunar voluntades dispersas –que es lo que ahora se busca– con el objetivo de edificar un nuevo régimen y poner orden en la desatentada economía para que el magno designio no se desencaminara. La realidad es menos épica en esta ocasión: la unidad política se necesita, aparte de por razones estéticas y éticas –no es decente intentar obtener rentabilidad de los muertos–, para promover la reconstrucción en el menor tiempo posible –para ello será necesario consensuar unos Presupuestos Generales del Estado atentos a regenerar el tejido productivo dañado– y para actuar en Bruselas no sólo con la profesionalidad que ya garantiza Nadia Calviño, sino con la fortaleza que nos proporcionaría un claro frente común español ante las instituciones europeas. A fin de cuentas, el gran objetivo es que salgamos de esta gran crisis sin una deuda aplastante que frustre el crecimiento.
El riesgo que hubiera corrido Casado no aceptando el diálogo (como han hecho Vox y la CUP) o dando alas a quienes le instan a poner precio a su apoyo exigiendo la salida de Podemos del Gobierno era manifiesto: nadie hubiera podido entender que la principal oposición, la única que tiene aspiraciones fundadas de protagonizar un día la alternancia, no se sumase a una desesperada búsqueda del bien común en una emergencia nacional.