Quédate en casa: está en tus manos

Es responsabilidad de todos contribuir a frenar la expansión de un virus que puede dañar a los más débiles

Las responsabilidades de las instituciones públicas son importantes, quizás decisivas, pero limitadas. Cuando llegan las grandes crisis, esta realidad queda en evidencia y se nos muestra con toda su crudeza. Cuando los partidos viven el furor de la campaña electoral hablan de crear empleo, de ... infraestructuras, de sanidad y educación, de libertades y derechos. Si una desgracia, cierta o previsible, se cruza en el camino de una sociedad en forma de atentado, amenaza o, como es el caso, pandemia sale a flote la sensación de que la responsabilidad de cada ciudadano es tan decisiva, tan influyente, como los proyectos, las decisiones de sus representantes institucionales. Llegado el caso infrecuente de la desgracia o el temor colectivos, los gobiernos locales, regionales o nacionales apenas tienen recursos para prestar toda la ayuda que los ciudadanos necesitan a no ser que la propia población se implique con unidad, con civismo, con sensación de lealtad al grupo que forma sin ser consciente.

En el aprieto histórico al que se enfrenta la sociedad española, ante la mayor amenaza sanitaria que se recuerda, la que mayor miedo y medidas de impacto ha propiciado, unas pocas semanas van a poner a prueba a esta sociedad, a cada uno. Los ciudadanos de todas las edades y condiciones, de cualquier origen, creencia o ideología tienen la obligación de hacer su parte para que la difusión del coronavirus se ralentice y, finalmente, desaparezca. Se trata de eludir cualquier encuentro y desplazamiento innecesario, lavarse mucho y bien las manos, mantener cierta distancia, evitar a otros el contacto con nuestra tos y estornudo s. No es demasiado pero puede ser fundamental. Hay que quedarse en casa, con cualquier excusa, durante unas semanas. Tampoco es el fin del mundo y puede evitarnos la exagerada sensación de que se acerca. Comportarse de forma despreocupada con la excusa de que se trata de una dolencia leve en personas jóvenes implica un mezquino egoísmo, que ignora el daño que puede causarse a otros más vulnerables al servir de portadores. Los que insistan en convocar grandes citas en estos días han de saber que son unos irresponsables, unos insolidarios que actuarían en estrecha colaboración con un buen número de vecinos maleducados si decidieran acudir a cualquier llamada que implique a un gran grupo.

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