Un punto de inflexión para El Puerto

La desaparición de los últimos bloques de la Barriada José Antonio, que simbolizaban la imagen más decadente de la ciudad, debe suponer un punto de inflexión para su despegue definitivo

Desde hace muchas décadas ya, El Puerto de Santa María ha sido el eterno aspirante a convertirse en referencia provincial en muchos aspectos. Se trata de un municipio que lo tiene absolutamente todo, pero que una tras otra ha dejado escapar las innumerables oportunidades ... que se le han presentado para ser el epicentro de la vida económica, turística, comercial y cultural de la Bahía, con un casco antiguo cargado de historia y tradición marinera. No es de extrañar que los empresarios y familias más pudientes, no sólo de la capital gaditana sino incluso de Madrid o el País Vasco –muchos de ellos huyendo de la amenaza de ETA en los años más duros de la banda terrorista– lo eligieran como segundo e incluso primera residencia, instalandose en Vista Hermosa, la mejor urbanización de la zona alrededor de la que luego fueron creciendo otras como Las Redes, El Águila, Fuentebravía o El Ancla . Valdelagrana también suponía una excelente oportunidad para conseguir una zona residencial de calidad, así como Puerto Sherry, años más tarde.

Sin embargo, jamás ha conseguido ese desarrollo pleno, en buena parte por la pésima gestión política que ha padecido por parte de sus dirigentes de todos los partidos, desde Independientes Portuenses con Hernán Díaz a la cabeza como con PP y PSOE posteriormente.

Tristemente, uno de los íconos de la ciudad en estas últimas décadas han sido los bloques de la Barriada de José Antonio, donde se evidenciaba y se veía a las claras lo más degradante de la sociedad, sobre todo en los años 90 y 2000, cuando la heroína y la cocaína corrían por sus calles a plena luz del día. Ha costado años reubicar a las familias que allí vivían y demoler unas construcciones indignas para cualquier pueblo de España. Aún queda camino por recorrer, como por ejemplo en la cercana Barriada de Los Milagros, pero el derribo por fin de los últimos bloques de José Antonio debe suponer un punto de inflexión para que El Puerto, de una vez por todas y por mucho tiempo, se convierta en el municipio esplendoroso que siempre aspiró a ser.

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