La provocación es la norma

Se trata de hacer un gesto simbólico que satisfaga a un sector mínimo de los vecinos mientras los demás esperan

El Ayuntamiento de Cádiz ha dado sobradas muestras de su afán de la provocación . Si la semana pasada era la figura de Pemán la que servía como herramienta ideológica, ahora es el Día de la Mujer y la sexualidad ... femenina . El objetivo es demostrar que se gobierna para unos pocos y contra muchos, contra los vecinos moderados, ajenos a los extremismos que se persiguen y se retroalimentan. La utilización del sexo no es nueva en esta técnica de ruido y rencor, de exceso y pose. La Fundación Municipal de la Mujer –dirigida entonces por la concejala Ana Camelo que apenas duró unos meses antes de ser depurada por los suyos– ya fue objeto de críticas por un episodio similar en 2016. En unos cursos de habilidades sociales cuyo objetivo era la inserción laboral y la búsqueda de herramientas para encontrar empleo se incluía una ‘asignatura’ de autoestimulación del clítoris.

A la vuelta de casi seis años, más de la mitad del mandato, aquel episodio se repite con otro curso similar, aunque ahora no tiene al menos excusa laboral. Pero los detalles son lo de menos. El fondo siempre consiste en imponer un pensamiento , una ideología, ajustar cuentas. Ya sea con un busto de Pemán o de una escritora y letrada considerada como una de las pioneras de la lucha por los derechos de la mujer. Se trata de exagerar las posturas, de colocarse a un extremo del abanico social y hacer mucho ruido para que todos vean al que se coloca cerca del precipicio. Que tenga poco que ver con la gestión, con las necesidades de los ciudadanos, es absolutamente irrelevante para los autores de la provocación. Lo que importa es el símbolo .

Todas esas actuaciones pueden ser consideradas anécdotas aisladas, fruto de una buena intención mal manejada, de una ideología mal entendida y peor dirigida que distrae tiempo, energía, debates y fondos públic os. Todas esas actuaciones, sumadas, suponen un pequeño retrato de la decepción que los ayuntamientos de Podemos-Adelante van suponiendo para los que los apoyaron o para muchos de los que esperaban con expectativas el cambio que suponían.

Finalmente, Garrón, Kichi, Vila o Camelo representan en Cádiz esa desilusión al ver que ese movimiento se empeña en tratar lo que no le compete ni puede cambiar mientras abandona el trabajo que le fue encomendado por todos sus vecinos.

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