Un problema que exige más que parches
La inmigración es un drama que requiere más medidas que la acción policial, insuficiente si no se acompaña de políticas en los países de origen
Las imágenes que vemos son un drama. Decenas de inmigrantes llegando a una playa y corriendo desesperadamente hacia la ciudad o hacia la carretera. Igual de sobrecogedoras son las fotografías o vídeos de las embarcaciones de Salvamento Marítimo atestadas de inmigrantes (esa palabra que en ... ocasiones nos sirve para despersonalizar a quienes llevan ese adjetivo) con la mirada perdida, sin saber si el rescate ha sido una buena o una mala jugada. Pero igual de dramático supone que llevemos viendo esas imágenes desde hace más de 30 años sin que se atisbe un fin a esta marea humana que, nunca lo olvidemos, siempre lleva una dramática historia personal detrás.
En estas tres décadas se han incrementado los medios técnicos y humanos de unas fuerzas del orden que han puesto toneladas de profesionalidad y de calidad humana en cada actuación. Sistemas de vigilancia avanzada, así como vehículos mejor adaptados, han ayudado en una misión que, hasta que no cambie el paradigma de encarar al problema, será como poner puertas al mar.
Lo dijo recientemente el presidente Juanma Moreno en su última visita a Cádiz: la estrategia más eficaz para gestionar la inmigración es actuar en los países de origen. Así, es imprescindible que se realicen inversiones en las zonas más deprimidas, en especial en el entorno del Magreb y en la región del Sahel, cuna de buena parte de los migrantes que llegan a nuestras costas, para que sus ciudadanos no tengan que arrojarse a la suicida aventura de cruzar el Estrecho. Una aventura que sirve para financiar a las mafias más despiadadas y para que determinados países vecinos chantajeen a Europa con el arrojo de miles de desheredados hacia nuestras costas. Con unos proyectos de desarrollo y posibilidades reales de empleo, más allá de planes de cooperación que quedan en papel mojado, se daría un gran paso en terminar con esta catástrofe humanitaria.
En este contexto, la Unión Europea debe recordar que la frontera sur es también su propio linde y, como tal, debe favorecer políticas que eviten las situaciones como las que estamos viviendo estos días, con la llegada de cuerpos a nuestras costas de aquellos que no pudieron completar la aventura de la llegada al que, creían, sería su paraíso.