Con precaución y con cabeza, pero sin miedo

Los datos de esta sexta ola confirman que al virus no hay que perderle el respeto pero que, poco a poco, sí que debemos ir perdiéndole el miedo de los primeros meses

Rara vez están en consonancia dos líderes políticos de partidos distintos. Cuando éstos son de izquierda y de derecha, menos aún. Y si pertenecen a instituciones que pueden estar enfrentadas, es mejor poner cuerpo a tierra. Sin embargo, ayer el presidente del Gobierno central, Pedro ... Sánchez (PSOE), y el consejero de Sanidad de la Junta, Jesús Aguirre (Partido Popular), anduvieron por la misma senda al indicar que los datos sobre los contagios nos hacen ser ligeramente optimistas respecto a su evolución y, sobre todo, que más pronto que tarde y con los datos en la mano, habrá que empezar a vigilar la enfermedad como si de la gripe se tratara. Es decir, con la seriedad y la prudencia que una enfermedad vírica y altamente contagiosa requiere, pero sin alarmismos.

Y es que los distintos sectores sanitarios se están aferrando a los números para dejar patente que lo peor del Covid-19 ya ha pasado. Que vino en los primeros meses, cuando la incertidumbre, la falta de medidas de prevención, la carencia de medicamentos y de conocimiento sobre la patología y la inexistencia de vacunas se confabularon en una tormenta perfecta que llegó a causar unos número de fallecidos escandalosamente altos. Estas cifras, a medida que se ha ido poniendo remedio a todos los problemas antes reseñados, han ido bajando. Hoy en día, las cifras no mienten, con más del 90% de la población vacunada, los ingresos hospitalarios y las muertes no tienen, ni por asomo, la trágica correspondencia directa con el número de contagiados. Y es que la enfermedad, como ya avisaban los expertos, ha ido virando más hacia un resfriado, más o menos virulento en función de la carga viral y de la situación de cada paciente.

¿Significa esto que hay que perderle el respeto al virus y comportarnos como si viviésemos en los lejanos tiempos de febrero de 2020? No parece lo más prudente, pero sí se hace palpable que tampoco podemos estar como en abril de 2020. Como si del mar se tratara, hay que profesarle respeto, nunca bajar la guardia pero, salvo cuando las olas vengan muy crecidas, no tenerle miedo. Habrá que convivir con el virus y el camino será largo y con algún bache, pero eso no puede significar que se paralicen agendas y sociedades. Como indicó Marín, habrá Semana Santa porque, como sociedad, ya somos más fuertes que el virus.

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