Poco de qué presumir, mucho que manipular

La apertura de la avenida transversal da otra ocasión al alcalde para apropiarse de un proyecto que ni es un ejemplo ni es suyo

Cualquier cosa sirve. Todo puede utilizarse en favor de la causa ideológica. Los nombres de las calles, o de un estadio, la fecha de la primera fiesta de la ciudad e incluso 50 metros de una avenida. El alcalde de Cádiz, José María González Santos, ... volvió a demostrarlo ayer en una inauguración que debería suponer más bochorno que arrogancia para los actuales dirigentes municipales y para sus predecesores. Desde que se planteó el proyecto de avenida transversal de Cádiz hasta que ha quedado abierta han pasado más de dos décadas, así que nadie debería sacar pecho ni presumir de nada. Mucho menos, apropiarse de un trabajo que ha correspondido a muchos responsables y funcionarios públicos. Por fuerza tuvo que ser así dada su extensión en el tiempo. Esa avenida debe conectar el nuevo puente sobre la Bahía con las avenidas principales de la ciudad e, incluso, con el otro frente litoral de Cádiz, el atlántico. Esta última condición ni siquiera ha quedado resuelta con la apertura de ayer, por fin, de esa vía transversal al tráfico. Son 22 años desde que se planteó, 16 desde que comenzaron las primeras obras y más de un lustro de retraso respecto a la entrada en uso del segundo puente, ya con el actual Gobierno municipal. Más de seis años para 50 metros. Año y pico por cada diez metros. Poco de qué presumir, poco de qué apropiarse como ejemplo de gestión y eficiencia urbanística. Ayer hablaba de «mucho trabajo realizado» pero si ese es el resultado, el desaliento de los residentes en Cádiz está justificado.

Es cierto que la obra presentaba obstáculos notables como la expropiación, traslado y derribo de un cuartel de la Guardia Civil y de edificios de viviendas. Tan cierto como que la ciudad, su vecindario, no puede acostumbrarse a que todos sus proyectos tarden casi un cuarto de siglo entre que se inician y se inauguran. Para colmo, pese a tanto retraso, el Ayuntamiento de Cádiz pone en marcha la vía sin reformar -más que con parche- los trazados de autobús urbano ni flota de vehículos, obsoletos ambos. Y sin coordinación con el taxi, que ayer mismo acusaba al concejal de Urbanismo, Martín Vila, de tener planificado un modelo de ciudad «que no es viable». Pero todo da igual. Los plazos, la falta de diálogo, de solución y gestiones. El objetivo primero y último es usar cualquier acto, cualquier gesto, con intereses ideológicos, propagandistas y electoralistas.

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