EL APUNTE

Un poco de apoyo y moverán el mundo

Los empresarios gaditanos están preparados y los que quieren serlo sólo necesitan facilidades para emprender en igualdad de condiciones que en el resto del país

Una de las cosas que nos ha enseñado el 2020 que, por fortuna, ya pasó es que los estudios, los datos y la investigación sobre la realidad es mucho más valiosa que las creencias, que los tópicos y que las supercherías. Si quiere afrontarse algo ... con perspectivas de éxito es imprescindible considerar a fondo los datos y ponerlos en perspectiva. Es por eso tan elocuente la conclusión del Global Entrepeneurship Monitor (el estudio sobre emprendimiento más relevante a nivel global) respecto a la provincia de Cádiz: el gaditano tiene más espíritu emprendedor que el resto de regiones españolas, pero el entorno no ayuda. Frente a la consabida chufla de la pereza del gaditano, el informe recoge que es un profesional formado, con capacidad de trabajo y con ganas de crear riqueza, pero que se enfrenta a un contexto de bajos apoyos y de mayores dificultades económicas. Según las estadísticas que ponen sobre la mesa, el porcentaje de la población que ha impulsado un negocio en Cádiz está por encima de la media española y andaluza, lo que contradice el sambenito que, en ocasiones, se le intenta colgar a los habitantes de la provincia. Eso sí, la tasa de consolidación de las aventuras empresariales es más baja, por lo que se precisa de un mayor esfuerzo de las administraciones para que estos emprendedores puedan encontrar un respaldo ante una coyuntura casi siempre desfavorable, como es la que se produce en Cádiz.

En la misma línea, el presidente de los empresarios, Javier Sánchez Rojas, en su balance anual sobre la situación del empresariado gaditano ha lamentado que al principio de la crisis se actuó de una manera muy dubitativa, lo que fue un mazazo para los empresarios que estaban al límite. Eso sí, admite que conforme han ido pasando semanas y meses, las administraciones han ido obrando con más tino para salvaguardar uno de las principales patrimonios que tenemos como sociedad: nuestras empresas. El empresario no pide más, un poco de apoyo para poder cambiar el mundo.

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