La pobreza se hace crónica en la provincia
Un año más, y van demasiados, seis municipios gaditanos aparecen entre los diez con menor renta ‘per cápita’ en toda España
Cada mes, cada trimestre en el caso de la Encuesta de Población Activa, estamos atentos a la cifra que nos condena como provincia desde hace décadas, sin pausa. El desempleo es un problema estructural en el territorio gaditano. Es crónico. Es tan antiguo que habría ... que remontarse a tiempos predemocráticos para encontrar porcentajes que no provocasen alarma y en esos lejanos tiempos, las cifras ya no serían fiables ni los parámetros utilizables. Su existencia entre nosotros es tan resistente y grave que resulta inútil hacer valoraciones mensuales, hablar de unas pequeñas subidas o bajadas. Incluso en términos anuales, las variaciones suelen ser muy pequeñas, siempre sometidas a la temporalidad de sectores clave como el turístico, ahora tan dañado por la pandemia. Pero el desempleo, con ser un baremo capital, no es el único indicador que habla de nuestros problemas comunitarios, como sociedad y colectividad.
En las últimas horas se ha actualizado otra estadística que, relacionada con el dato del paro, aún duele más y que compete directamente a toda la sociedad gaditana tras casi cuatro décadas de trayectoria democrática y política autonómica: seis de los diez municipios con menor renta per cápita en España son gaditanos. El 60%, nada menos. Si seguimos hacia atrás en la clasificación, la desazón aún crece más. Entre los diez, los quince, los veinte más afectados, la cantidad de nombres de localidades de Cádiz resulta también bochornosa. Esa situación, además, ni siquiera es nueva. La Línea de la Concepción, ahora olvidada tras arder hace apenas tres semanas por una chispa que puede volver a reaparecer en cualquier momento, encabeza la lista. Como máximo símbolo, une un galopante desempleo a una renta (ingresos y patrimonio por persona y año) ínfima, por debajo de la fijada en cualquier otro municipio español. Este oprobio, que también señala a Sanlúcar, Chiclana, Conil, Barbate y Arcos, a toda la provincia, lleva años produciéndose al margen de las pequeñas alteraciones estadísticas. Esas cifras esconden a familias, demasiadas, sin la menor oportunidad. La tendencia a la mejora es tan lenta que resulta inapreciable. Sin embargo, el destrozo es tan duradero y duro que amenaza con volverse endémico. De una vez por todas, las administraciones deben afrontar estas cifras.