Los plenos vacíos
La insistencia en debates lejanos o estériles deja sin sentido un foro que debe ser la primera instancia de la representación de los vecinos de Cádiz
Parece que ni siquiera en los momentos más difíciles que ha vivido la sociedad en los últimos 30 años, como poco, los plenos municipales son capaces de cumplir con su función. Ni en formato telemático ni presencial, ni con el alcalde ni sin él, llegan ... a funcionar como un foro de debate de los conflictos que afectan a los ciudadanos de Cádiz . Los asuntos partidistas o ideológicos, sectarios, ocupan el espacio de los intereses reales de los vecinos. Incluso cuando peor lo están pasando. Estas sesiones están destinadas a ser foro de representación, y participación, de la ciudadanía en la vida de la ‘polis’. Hace tiempo que, en Cádiz, esa idea es una utopía, una leyenda tan lejana como la Grecia clásica. Los plenos no sirven de mucho ni siquiera cuando más falta hacen las propuestas, el liderazgo, los acuerdos, el debate. No existen o se limitan a la situación política en territorios remotos, en tiempos pasados, en realidades irreales. Ya no es porque sean telemáticos en estos meses de imposible acercamiento. Tampoco se trata de su habitual duración, incompatible con el seguimiento, ni de las dificultades para la intervención pública.
El mayor freno al protagonismo de los vecinos en las actividades municipales del Ayuntamiento está en su esencia. Las trifulcas innecesarias derivadas del cambio de nombres en calles, plazas y avenidas pueden ser uno de los mayores ejemplos. Sólo sirven para fijar los prejuicios políticos de cada uno y para tirar por el sumidero de la nada minutos y minutos. En la práctica, nadie sabe cómo se llama hoy la avenida del soterramiento, ni le importa mucho. Así que la llama de esa forma o «avenida nueva». Y se acabó. El resto del ruido es inservible, inaudible. Ellos discuten mientras nadie oye. Por lo demás, poco. La mayoría de los puntos a debatir –ya desde los últimos cuatro años de Teófila Martínez en la Alcaldía, es decir, hace casi diez años– están llenos de llamamientos a la paz universal, el cambio climático y la defensa de la sanidad pública o de la petición de respeto por la privada, el orden militar en Oriente Medio o cualquier otra causa imposible, absurda, por lejana. Abundan las incomprensibles instancias a instituciones de mayor rango, declaraciones vacías o proclamas de lo más estrambótico.
Las trifulcas internas de Podemos-Adelante, los ataques a la Junta o el Gobierno de turno, los chascarrillos sobre la presidenta de Madrid, las referencias a Euskadi o Cataluña, cualquier cosa menos algo que a los gaditanos les importe algo más que un bledo.
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