Pésame por una nueva muerte en el trabajo
El fallecimiento de un operario en la factoría de Navantia nos recuerda la importancia de cumplir y hacer cumplir la normativa de prevención de riesgos
Trágicas noticias las que llegaron ayer a esta redacción desde Puerto Real. Las muertes en los centros de trabajo son ese tipo de noticias que pesan en las redacciones, quizá por la sensación egoísta de que es algo que no puede pasar a cualquiera o ... a nuestras familias. La muerte se llevó ayer a un trabajador de 62 años de la empresa auxiliar Siasa que se encontraba en operando en el interior de Navantia. No es el primero que pierde la vida en el sector del metal, pero hay que hacer todo lo posible para que no se repita en los sucesivo.
Los sindicatos ya han reclamado una investigación que la autoridad laboral va a iniciar. CC OO ha pedido que se preste atención a las condiciones del viento por si hubieran tenido algún tipo de repercusión en el trágico desenlace. Es imprescindible saber qué ocurrió exactamente y depurar responsabilidades. En especial, para garantizar al colectivo de trabajadores que si se ha producido algún tipo de error en la factoría, éste debe de subsanarse a la mayor brevedad.
La seguridad laboral debe ser una de las claves a la hora de hacer cualquier tipo de planificación empresarial y su respeto y estricto cumplimiento, uno de los mandamientos entre los responsables de las obras y los propios trabajadores. No es un asunto que pueda tomarse a la ligera y hechos como el sucedido ayer en la factoría, lo refrendan. Es más que necesario que se siga ahondando en las estrategias de fomentar la cultura de prevención de riesgos laborales en todas las compañías y que los encargados se cercioren de que los trabajadores tienen la formación necesaria al respecto.
Sindicatos y patronal, que casi siempre andan a la gresca en lo que al ordenamiento laboral se refiere, se unieron ayer en su pésame por lo sucedido, porque evidencia una de las grandes grietas del sistema en el que nos movemos y nos hace reflexionar sobre el modelo productivo en el que vivimos y sus continuos riesgos. La sangre de los trabajadores no puede ser, ni de manera literal ni metafóricamente, el precio a pagar por el desarrollo de la Bahía.