Las pérdidas no son ningún juego
Los cuatro días de huelga en el sector del Metal están provocando unas pérdidas inasumibles en un contexto económico como el actual en la provincia de Cádiz
Una de las cosas que se les inculca a los niños de todas las épocas es que con las cosas de comer no se juega. Ese mensaje, tan claro que hasta los más pequeños pueden entender, parece no haber calado en las mentes de quienes ... se están permitiendo jugar con su pan y con el del resto de los 20.000 operarios del metal en la provincia de Cádiz. Las empresas están acumulando pérdidas millonarias tras una semana de interrupción de la actividad y, en el momento en que las cuentas empiecen a no cuadrar, algunas tendrán que empezar a tomar medidas. El juego y las arengas de unos supondrá que otros terminen perdiendo ese plato de comida al que Kichi hace referencia de manera recurrente en sus arengas.
La imagen que está dando la provincia de Cádiz a las empresas del sector está siendo lamentable. Compañías como Airbus han tenido que mandar a sus trabajadores a casa ante la imposibilidad de avanzar en las obras. Con situaciones así, convencer a quienes pueblan los despachos en Madrid o en Centroeuropa de conservar las factorías en la Bahía puede ser más que complicado. El fuego, querido alcalde, no es buen argumento a la hora de convencer a nadie.
Otro tanto sucede con Navantia, que está comprometiendo el que es uno de los bienes más preciados en la industria naval: el tiempo. Desde la dirección ya han indicado que no se podrán cumplir los plazos par entregar las corbetas a Arabia Saudí a causa de los paros. Mala carta de presentación llevará consigo la compañía cuando vaya a ofrecer, a lo largo del mundo, su cartera de productos.
Al señor alcalde, con megáfono o sin él, se le llena la boca con ese discurso de que los trabajadores que están organizando los disturbios en estos días sólo luchan por su dignidad y para poner el plato de comida en la mesa. Habrá que preguntarle pues qué piensa hacer cuando los contratos comiencen a caer y los platos en las mesas empiecen a escasear. Sólo el astillero de San Fernando está perdiendo 300.000 euros diarios, una cifra que debe hacernos pensar, a todos como sociedad, si estamos dispuestos a seguir jugando con la comida de tantas familias.