LA VOZ de Cádiz
El penúltimo esfuerzo
La hostelería, también sin el Puente de la Constitución, se encuentra sumida en un agujero negro con pérdidas siderales; un motivo más para ejercer la responsabilidad individual
La hostelería perdió la Semana Santa, las ferias y fiestas de la primavera ; salvó con remiendos el verano y el Puente del Pilar fue la estocada en la provincia, principal origen del actual estado descontrolado del coronavirus. Ni los Santos evitaron la quiebra ... en noviembre ni nadie detendrá el golpe durísimo que sufrirán tantos negocios en la festividad de la Inmaculada Constitución. Decenas de miles de empresarios y trabajadores se encuentran sumidos en un agujero negro, con pérdidas siderales y la incertidumbre porque quizás no haya un mañana para muchos.
Sus reivindicaciones son lógicas, luchan por su pan y el de su familia, y hasta elaboran informes para demostrar que el aumento de contagios no se produce en sus establecimientos. No obstante, la respuesta de los expertos es unánime: la movilidad y la interacción social disparan las infecciones y no hay medida más efectiva, desde la Edad Antigua, que encerrarse en casa y someterse a un confinamiento ya sea parcial o total. Con bares y hoteles abiertos es sencillamente imposible, por ello su cierre se interpreta por su efecto disuasivo. La gente se queda en su domicilio si no pueden hacer otra cosa.
Con poco margen de acción para decidir en esta compleja tesitura, queda por pedir el penúltimo esfuerzo. El de los hosteleros está asegurado pues no cuentan con otra opción. El de los ciudadanos hay que exigirlo.
La responsabilidad individual es clave para la supervivencia colectiva. Para esa persona que cada día pierde dinero son desesperantes esas imágenes de aglomeraciones que se repiten en los informativos, desde la iluminación en la calle Larios de Málaga hasta el funeral por Maradona. ¿Quién diría con esas fotografías sobre la mesa que estamos inmersos en una pandemia con casi un millón y medio de muertos en el planeta? Inadmisible.
Un penúltimo esfuerzo, general, y no por salvar la Navidad, sino por salvarnos todos de esta auténtica tragedia. La vacuna llegará tarde o temprano, la enfermedad quedará erradicada, pero para muchos ya será tarde. Muy tarde, y no sólo en términos de salud.