Pemán y la venganza totalitaria
Kichi y su Gobierno mantienen sin descanso su cruzada para tratar de reescribir la historia de la ciudad al dictado de su ideología
Si algo ha definido a lo largo de los tiempos a las mentes cerradas y totalitarias es su empeño por reescribir la historia a su antojo. Desde los egipcios hasta los miembros del Politburó pasando por la Inquisición, todos han tratado de borrar del recuerdo ... a quienes no les gustaban, a los que habían decidido, en función de su estrechez de miras o sus intenciones perversas, censurar incluso después de muertos. En Cádiz, tristemente, estamos viviendo un ejemplo de esas prácticas totalitarias. El equipo de Adelante Cádiz, haciendo un terrible oxímoron con su marca electoral, ha hecho retroceder a la ciudad hacia otra época, en la que podían mancillar tu memoria de un plumazo, o tratar de hacerlo, inspirándose en argumentos de inventada naturaleza. La única razón de fondo ha sido, y es, la del «aquí mando yo». Resulta curioso cómo esa frase que tanto gustó en el Kichi comparsista ahora estremezca tanto en el Kichi alcalde.
A don José María Pemán se le está aplicando la ‘damnatio memoriae’ tradicional, por muy modernas que sean las razones esgrimidas desde el equipo de Gobierno. Le retiraron el busto con su efigie, le hurtaron el nombre al teatro y ahora le roban la placa en la casa donde nació el ilustre escritor gaditano. Además de la infamia que supone escamotear a la ciudad parte de su historia literaria más brillante, la acción no pasará desapercibida para quienes tengan que decidir sobre la conveniencia que una ciudad como Cádiz albergue la sede del X Congreso de la Lengua. Desde luego, no se mirará con agrado el que se destierre así desde las instituciones a quien fuera director de la RAE por un revanchismo político que, en pleno 2021, resulta ridículo. Rafael Alberti, que sufrió las hieles del exilio, no tuvo problema para estrechar la mano de Pemán. Años después, invocando la memoria histórica, la mano de quienes dicen defender la justicia sólo es capaz de dar puñetazos.
Mal futuro tiene una ciudad como Cádiz si se pretende trampear de esta manera su pasado. La cerrazón municipal, que condenó al ostracismo a Mercedes Formica y ha hecho del cambio de nombre del Carranza una obsesión, da muestra de los intereses del equipo de Gobierno: imponer su visión de la historia y eliminar a quienes no piensen como ellos. La pregunta ahora es, ¿quién será el próximo?
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