A paso lento, pero seguro
Cádiz no despega en estos primeros días de apertura tras la pandemia, pero lo tiene todo para recuperar el pulso siempre que garantice la seguridad
Ya está. La cautela, la prudencia, los mensajes sobre la necesidad de prevención y la seguridad empiezan a difuminarse por la ansiedad de reactivar el mundo y dejar atrás la pandemia como una funesta y puntual pesadilla. Las informaciones acerca de las reservas hoteleras, vuelos, ... playas, servicios y vacaciones se imponen a esas estadísticas dramáticas que han desmoralizado a todos en los últimos tres meses.
La apertura de fronteras en la Unión Europea, con el acelerón del Gobierno para adelantar una semana ese alzamiento de telón, confirma que la economía dobla en el pulso al riesgo sanitariom, que se asumirá innevitablemente con el temor a un rebrote futuro.
Y en esta encrucijada la provincia de Cádiz no puede salir malparada, una vez más, de los desmanes de los diferentes gobiernos, quienes la dedicaron al sector servicios, a la vida de sol, costa y buen yantar, con pocas alternativas a las que aferrarse. Así que mientras otros comienzan a andar, aquí toca correr para no perder el tren. El verano es la locomotora de hoteles, restaurantes, negocios... y de muchos rostros que se esconden tras nombres y cifras y que afrontan con miedo y con resignación este regreso a la nueva normalidad, el eufemismo que guarda tantas incertidumbres.
Esta tierra registra una marca labrada no sólo por su privilegiada naturaleza sino por su consabida profesionalidad. Su extenso litoral, sus paisajes abiertos, la menor polución, son factores propios y distinguibles que favorecen la llegada y el regreso de los visitantes. Pero mientras en otros países ‘rivales’ se acercan ya a los números de años pretéritos, en Cádiz todavía están muy lejos y es lógica esa impaciencia que destilan los hosteleros. Siguen sin despegar y ni la movilidad interprovincial ni la puesta en funcionamiento de vuelos turísticos la han reactivado.
Un nerviosismo comprensible que no debe equivocarles. Porque los turistas llegarán, volverán, pero sobre todo si se sienten seguros. Más vale andar con pies de plomo y sin vacilar que encontrarse con la reaparición de un virus que ya ha castigado durísimamente a esta sociedad pero que aún puede ser más letal. El cliente no castiga la lentitud, sino el paso atrás. Han sido décadas de arduo y reconocible trabajo para lograr que Cádiz proyecte una imagen paradisíaca, y no se puede tirar por unos días o semanas. Nunca con prisas. De las crisis se sale con mirada larga y paso firme.