Pasaporte de civismo
El salvoconducto de vacunación para poder acceder a locales y espacios es una molestia menor comparada con los daños que causarían más restricciones de aforos y horarios
Los números vuelven a sembrar el miedo entre muchos de nosotros. La conversación sobre posibles contagios, ingresos, brotes y complicaciones ha vuelto hace unos días a la vida cotidiana de casi todos, tras una tregua marcada por la vacunación. Es cierto que el número de ... casos crece hasta límites que no se conocían desde verano, que supera fronteras preocupantes, pero también es indiscutible que la inoculación masiva –protagonizada por una población de actitud admirable y una administración plausible– frena de forma muy notable la gravedad de la mayoría de los casos y la mortalidad. Aunque no caben confianzas ni sabemos cómo evolucionará la situación, los números y la ciencia, las cifras y el conocimiento nos dicen que esta sexta ola tiene diferencias esenciales respecto a las anteriores. El número de casos graves, el de enfermos en UCI, el de víctimas mortales es doloroso siempre. Con esa premisa, admitamos que es espectacularmente más bajo que en repuntes precedentes.
Pero somos conscientes de la trayectoria que arrastramos como sociedad. Son ya casi dos años de angustia, sufrimiento y muerte. Demasiado dolor, demasiadas pérdidas para permitirnos confianzas, para creer que todo irá bien aunque no tomemos las medidas necesarias. La previsión es un arma fundamental, una de las pocas que tenemos. La vacunación es su pilar fundamental y con ella conecta el llamado pasaporte Covid. Su aprobación permitirá crear lo que el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha denominado «espacios seguros», lugares, negocios, escenarios en los que todos los presentes estén inmunizados hasta donde permite la ciencia, con las dos primeras dosis al menos. Con esta medida se trata de evitar restricciones de horarios y aforos que pudieran volver a dañar a la hostelería, a la cultura, a otros sectores. De hecho, empresarios, autónomos y patronal se han manifestado a favor de este salvoconducto, finalmente aprobado por la Justicia. Puede que resulte una cierta molestia, como la mascarilla, como mantener distancias, como eludir contactos físicos imprudentes, pero siempre tendrá menos consecuencias en nuestra sociedad que los perjuicios que las restricciones causan en tantos negocios y trabajadores.