El Apunte
Paro, vacuna y enfermedad
El mercado laboral en la provincia tenía dolencias crónicas mucho antes de que todos temiéramos enfermar
Aunque hay una visión muy común que defiende que la epidemia que sufre medio mundo ha cambiado nuestro estilo de vida de forma radical, hay otros –quizás minoría en aumento– que consideran que sólo ha desvelado la realidad que ya existía, que ha ... acelerado –de una forma vertiginosa, es cierto– cambios que ya habían comenzado, modos que ya se intuían.
Sirva esta última teoría genérica y vaga para aplicar al paro en Cádiz. Es evidente que, desde hace más de 30 años, el desempleo es un problema crónico, agudo y estructural de la provincia. Siempre, con epidemias y sin ellas, con crisis y en crecimiento, con o sin tensiones sociales mundiales, nacionales o regionales, sus números han sido peores –y cómo– al del resto de España y Europa.
Es tan antiguo que habría que remontarse a tiempos predemocráticos para encontrar porcentajes que no provocasen alarma. Su situación es tan resistente y grave que resulta inútil hacer valoraciones mensuales, de subidas o bajadas. Siempre son demasiados los desempleados aquí. Cabía pensar que en una situación de parálisis económica como no se ha conocido, Cádiz iba a sufrir más que otros territorios. Sencillamente, porque su mercado laboral ya estaba más enfermo que otros antes de la enfermedad.
Tan es así que casi pasó desapercibido, en pleno pesar colectivo por el coronavirus, ese dato que fija (otro año más) a diez municipios de la provincia entre los 20 con mayor desempleo en España . Cuando lo que se mira es la renta per cápita (dinero o propiedades contabilizados por persona y año), los guarismos son igualmente tristes. La situación puede ser peor por el frenazo brutal provocado por el Covid-19, mucho peor, pero dista de ser nueva ni sorprendente.
Lleva años produciéndose al margen de las pequeñas alteraciones estadísticas. Que el pasado mayo el número de parados fuera casi 3.000 personas menos malo que el terrorífico abril precedente puede ser un consuelo mínimo para el que lo quiera. Pero las grietas son profundas y antiquísimas. Cuesta pensar que se habrán cerrado solas cuando llegue una vacuna.
Ver comentarios