Paro, cierre, división
Los trabajadores deciden hoy si mantienen esta lucha incierta o asumen la realidad con sensatez
La asimilación gráfica es inevitable. Ese edificio en maqueta elaborada con palillos, esas piezas de dominó perfectamente alineadas. Un leve empujón y empieza a caer en cascada. Hace una semana, un grupo de trabajadores del metal de las empresas auxiliares, con el desmarque sindical, cerraban ... el acceso a Cádiz por el puente Carranza con la quema de neumáticos y destrozos en la calzada. «Sólo queremos trabajar», decían. ‘Sólo’ no es tan ‘sólo’ en una provincia con más del 30% de paro.
Dos de ellos resultaban despedidos al finalizar uno de los encargos y sus compañeros aseguraban que se habían tomado represalias por participar en la protesta. Acampados en las puertas de la factoría de Navantia, este bloque de rebeldes (CGT, SAT, USTEA, CNT, CTA, CPM y Autonomía Obrera) han paralizado la actividad en el sector. No se ha laborado durante estos días porque ya se han encargado de quitarle a otros compañeros el derecho al trabajo. De arrebatárselo a la mayoría, tal y como se refleja en las votaciones del comité de empresa.
Hoy será un día clave. Van a votar si continúan con el paro de la actividad, y lo hacen en un ambiente tenso y con una seria realidad sobre la mesa: si no vuelven al tajo, habrá cierre patronal. Se dejarán de pagar los sueldos, se detendrá todo y por tanto se retrasarán los encargos que ya se habían asumido. Y de nuevo Cádiz exportará una imagen de impuntualidad ante sus clientes y de conflictividad ante futuros interesados, una cara que contrasta con la positiva de productividad y buen hacer que caracteriza a este sector en la provincia.
Regresando a la descripción gráfica, cada movimiento cuenta. Esa pieza que se tambalea, pero que todavía se mantiene erguida, o la que definitivamente cede, cae y arrastra con las demás hasta provocar un panorama incierto y posiblemente desolador.
Corren tiempos durísimos, de los que marcarán a toda una generación cuando todavía no se había repuesto de la brutal crisis financiera de hace una década. Y no es patrimonio exclusivo de un sector y un modelo productivo que necesita una reconversión y no una mano de chapa y pintura cada dos por tres. Esto nos afecta a todos. Así que cada paso debe ser firme y unánime, sin la división actual que no hace más que resquebrajar la demanda. Y por supuesto sensato, serio y coherente. Hoy los trabajadores tienen la palabra, pero mañana quizás la pierdan y lamenten esa oportunidad.
Ver comentarios