El Apunte
Las paradojas de las deudas municipales
Los ayuntamientos tienen que asumir lo que hicieron sus predecesores sin usarlo como excusa para la inactividad
El actual Ayuntamiento de Cádiz tiene un problema que agrupa a todos los demás: la distancia entre el discurso y la práctica diaria paraliza cualquier actuación. La propuesta que presentara al Pleno el equipo de Gobierno marcó hace ya cinco años lo que sería su ... futura (falta de) gestión. Fue un ejemplo y quizás uno de los más gruesos. Los responsables de la Administración local llegaron a proponer declarar ilegítima una parte de la deuda municipal y los intereses que generaba.
Concretamente, se referían por entonces a los créditos para el pago a proveedores. El alcalde y sus concejales aseguraban, literalmente, que consideran esa deuda como «ilegítima, excesiva y dañosa para los intereses públicos de la ciudadanía gaditana». Ignoraban que todo equipo que asume la responsabilidad de una administración asume logros y deudas, avances y conflictos, heredados del anterior. Como el próximo tendrá que asumir la responsabilidad de lo bueno y lo peor que se haga ahora. Tanto en Cádiz como en cualquier lugar. La gestión de la deuda en El Puerto de Santa María, ahora, es un ejemplo de los miles que pueden encontrarse de forma cíclica en cualquier administración.
Caben todas las posibilidades menos buscar excusas, escurrir el bulto, declarar «ilegítimo» nada y usar el pasado como justificación permanente para no tener futuro. Ninguna persona jurídica ni física, ningún ente administrativo, puede dejar de pagar porque considere que la cantidad que ha de satisfacerse resulta excesiva, incluso injusta. Puede que este último concepto, tan poético y lírico, sea compartido por muchos. Por tantos como los que tienen una deuda particular con un banco y ahora la consideran fastidiosa, molesta e impertinente. Pero la suscribieron. La firmaron o la heredaron. Es oficial y legal, así que el matiz de que resulte «ilegítima» puede quedar muy bien para escribir las memorias de los ediles, para un discurso y un ensayo. En la vida real, es absurda. Más aún cuando estos mismos equipos de Gobierno están pidiendo dinero a esos mismos bancos ahora mismo. Es una forma muy particular de darles garantías de cobro. «Lo de antes no lo quiero pagar pero a ver si me das unos millones más», podría resumirse en lenguaje coloquial. Diferencias entre la vida real y la política.
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