La paciencia y la pandemia

No valen espejismos de Semana Santa ni vacunaciones, aún es necesario esperar algunas semanas, algunos meses, para evitar una cuarta ola

Queremos creer que todo ha quedado atrás, que ha empezado el camino de salida. Pero en el fondo, todos, sabemos que aún queda mucho. Ese trayecto hasta el alivio será largo y complicado, con recaídas y dudas. Han sido 13 meses de angustia , ... sufrimiento y muerte desde aquel descubrimiento terrible a mediados de febrero de 2020. Entonces Europa –primero Italia y luego el resto– tomó conciencia de que el virus que había nacido en China a finales de 2019 no era, precisamente una gripe más, ni un bulo ni un cuento chino de un lugar muy lejano. El coronavirus se extendió por todos los rincones del planeta provocando desolación, miedo y destrucción. Desde entonces, con escasas pausas de alivio, todo se cerró a cal y canto. Sufrimos restricciones inimaginables, los mayores morían víctimas de esta pandemia en las residencias. Dos de cada tres fallecidos registraron, como mínimo. El coronavirus ha cambiado nuestras vidas. Después de este calvario, es lógica la ansiedad por recuperar la normalidad, por llegar a ese imaginario territorio sin miedo, sin más muertes que las ineludibles hasta el inicio del fatídico 2020. Pero puede ser un grave error -que incremente las víctimas y el dolor- que nos comportemos en las próximas semanas como si la crisis sanitaria hubiera sido superada, como si la vacunación ya fuera masiva. Con la peligrosa ansiedad que ya nos costó tanto sufrimiento en verano, en Navidad, en los puentes de diciembre. No puede volver a pasar, no puede seguir ocurriendo, todos nos jugamos mucho.

Claro que todos estamos desesperados por recuperar la tranquilidad relativa, planes y viajes, vacaciones e ilusiones, las reuniones de amigos y familiares. Sin embargo, faltan unos meses para que sean posibles y precipitar todas esas ganas puede resultar contraproducente, puede propiciar una cuarta ola cuando ya no podemos soportar más esta marea negra. Por más reiterativo y cansino que resulte, hay que hacer un nuevo llamamiento para que el ciudadano asuma su responsabilidad como agente activo de la prevención. Ante un lugar excesivamente concurrido, es mejor darse la vuelta y buscar otra alternativa. Ni Semana Santa, ni 8M, ni cultura, ni ocio, ni deportes... Todavía no. Quedan semanas, meses, hasta que la vacunación sea mayoritaria y la paciencia, la prudencia, es aún la mejor manera de luchar, globalmente, contra la pandemia.

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