Pacheco, de la grandeza a la ironía

Es ilógico que un alcalde que representó toda una época de burlas a la Justicia se ampare ahora en ella para pedir un indulto

La política, y la vida en general, termina por ofrecer giros asombrosos, irónicos, a poco que acompañe la paciencia para esperarlos. En algunos casos hay que esperar más de 25 años pero es posible ver a un alcalde decir que «la Justicia es un cachondeo» ... y un cuarto de siglo más tarde contemplar a ese mismo exdirigente municipal pedir un indulto que le permita volver a la vida política tras acumular sentencias. Estas condenas, hasta tres, le han supuesto pasar por la cárcel y suman más de 30 años de inhabilitación que le impiden volver a ocupar cualquier cargo de responsabilidad pública. Esta es la historia de Pedro Pacheco, el celebérrimo alcalde de aquel Jerez del último tramo del siglo XX que acabó castigado por casos encadenados de enchufismo y concesiones irregulares que dieron con sus huesos en prisión. Es irónico que sea Pacheco el que pida el perdón al Gobierno y a la Justicia porque el exalcalde jerezano representa mejor que nadie una etapa que no puede volver. No es el único caso pero sí el más simbólico.

De forma similar, aunque con muchos matices distintos, siguieron su camino por los juzgados otros regidores de Jerez, El Puerto de Santa María y Rota, por ejemplo, como Pilar Sánchez, Lorenzo Sánchez, Hernán Díaz o Eva Corrales. Del bastón de mando al reproche social público y oficial, de las cámaras al ostracismo y, de ahí, a la cárcel o la sentencia condenatoria sin ingresar en ella. Los que han pasado por la prisión, con Pacheco al frente, conforman un símbolo. El de una época entera de supuesta impunidad, de excesos, descontrol del gasto y decisiones arbitrarias. No es posible solventar tantos casos, durante tanto tiempo, con un simple perdón, con una firma, con un indulto que haga ver que no ha pasado nada. Es difícil de digerir esa posibilidad porque sería disculpar, casi justificar, un tiempo entero, el de la egolatría y el localismo que se creía con capacidad para superar límites y reglas, para burlar la ley con la excusa casi absolutista de hacerlo todo por el pueblo, para el pueblo pero sin pueblo, con pólvora del rey, con fondos públicos que por ser de todos parecían ser de nadie. Que arreen los que vengan detrás con deudas y errores. Todo por tal de colocar apellidos, fotos y nombres en un hipotético libro de la historia que ahora recoge el oprobio de la condena. Demasiados juicios justos para sepultarlos con un simple indulto.

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