El Apunte
Cambios sin vuelta atrás
Más allá de la brutal crisis, algunos cambios en el mercado laboral y económico son irreversibles
El catedrático emérito de Pensamiento Europeo en la London School of Economics, ha publicado un artículo titulado «¿Otro apocalipsis?», lógicamente referido a la gran pandemia. Gray ya escribió ‘Perros de paja’ y ‘Misa negra’, ensayos exageradamente pesimistas en los que ataca el antropocentrismo y considera ... al género humano una especie voraz que destruye instintivamente su propio medio ambiente. Para él, la historia es una sucesión de disrupciones que arrinconan a generaciones enteras, aunque en nuestro caso el cataclismo no será cruento: «La burguesía no tiene por qué temer a la hambruna ni a los campos de concentración, pero el mundo en que ha vivido está desvaneciéndose ante sus ojos. Lo que está experimentando no es nada nuevo. La historia es una sucesión de apocalipsis de este tipo y, de momento, este es más suave que la mayoría».
Resulta fácil sentir una discrepancia radical con esta concepción convulsa del devenir humano, en el que hay efectivamente cataclismos que distorsionan la propia evolución de la historia -la Segunda Guerra Mundial y otros conflictos bélicos- pero que son la excepción periódica a la regla constante de adaptación y avance a pesar de las sucesivas contrariedades de toda índole que salen al paso de una realidad cada vez más globalizada: una gran crisis financiera y de deuda en la década anterior, una inédita y brutal crisis sanitaria en los albores de esta.
En España (en cada país, el efecto ha sido diferente, aunque hay rasgos comunes en todos) la gran pandemia, que nos ha sorprendido con escasa prevención sanitaria, ha tenido que ser combatida mediante la única solución a nuestro alcance: el confinamiento. El rastreo eficiente, que ha resuelto la epidemia con sorprendente eficacia en China, Corea del Sur, Taiwan o Vietnam (y, a otra escala, en Alemania o Islandia) requería medios y tecnología que no están a nuestro alcance. Pues bien: este confinamiento, que se ha pretendido convertir en una especie de congelación de la actividad para recuperarla al término de la epidemia, distará mucho de ser automático y cambiará numerosos procesos. De entrada, las empresas de baja productividad probablemente desaparecerán; asimismo, el sistema de relaciones laborales basado en una alta temporalidad deberá reconstruirse; la generalización del trabajo online en el sector servicios es imparable e Internet desempeñará en el futuro un papel importante en la educación y en las relaciones. Todo ha llegado para quedarse.