Olvido y desidia con los sintecho
La población de personas sin hogar en la capital sigue creciendo y empieza a ser un problema de seguridad
Las imágenes de cientos de personas apegotonadas el sábado en el Carranza sin respetar las normas de seguridad han hecho que el suceso pasara, pese a su enorme gravedad y espectacularidad, casi desapercibido. La pérgola de Santa Bárbara salía ardiendo. La noticia no cogió por ... sorpresa a gran parte de los colectivos de la ciudad que trabajan con las personas sin hogar, que llevaban meses, años, advirtiendo de que las condiciones en las que se concentraban este tipo de ciudadanos en esa zona podía terminar derivando en un serio problema de seguridad. Así fue, y la estructura quedó reducida a cenizas. Afortunadamente, ninguna de las personas que acampan ahí, y que han convertido este espacio público en un trasunto de vivienda, resultó herida. Pero de haberse producido a otra hora, podría haber ocurrido una desgracia.
De nuevo, la situación es fruto de la desidia del equipo de Gobierno, incapaz de dar soluciones a los ‘sin techo’ de la ciudad. Una vez más, no son sólo los grupos de la oposición, sino también las asociaciones que trabajan a pie de calle las que critican la falta de soluciones del Ayuntamiento. Prueba visible de su falta de políticas activas es la proliferación de pequeños guetos en los que se concentran y en donde el Ayuntamiento ha perdido el control. Así, Santa Bárbara, las bóvedas de Puerta Tierra o los bajos del Balneario de la Palma son un territorio donde, como han denunciado las propias personas sin hogar, impera la ley del más fuerte. De lo mismo se han quejado los vecinos de las zonas aledañas, indignados de la suciedad que se concentra y de las desagradables escenas con las que se topan en ocasiones.
Es innegable que la ciudad presenta una imagen nunca antes vista y que las medidas prometidas hace cinco años por el alcalde no han dado sus frutos. Como le reprochaba el presidente local del PP, Juancho Ortiz, «a los ‘sintecho’ les prometió el cielo y se han encontrado con el infierno de Santa Bárbara’». Las últimas iniciativas han sido un fracaso y el centro de Fermín Salvochea no ha sido bien acogido ni entre los colectivos ni entre las propias personas sin hogar, que temen a algunos usuarios que se han hecho fuertes en las instalaciones. Todo un despropósito que, por encima de la imagen de dejadez de la ciudad, condena al eslabón más débil de la sociedad, a seguir en la peor de la marginalidad.
