Los números del covid al fin dan tregua
El cambio de normativa responde a una nueva situación en la que, con prudencia, todos tenemos derecho al alivio y a la esperanza
Una de las cuestiones esenciales que todos hemos aprendido en estos dos años, completos, de pandemia es que los números importan. Mucho. Las cifras que demos por reales son insobornables y provocan sentimientos innegables, colectivos, permanentes. Lo supimos cuando convivimos con mil muertes diarias por ... una enfermedad nueva, que no tenía vacuna ni tratamiento, una lotería biológica que se llevaba a muchos, demasiados, postraba a otros y pasaba como un mal resfriado por los restantes. Un 28 de marzo, ayer, cambiaron las normas que nos hemos dado para convivir con esta crisis sanitaria sin precedentes, precisamente, porque las cifras lo han permitido. Los pacientes de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) diagnosticados con Covid-19, en Andalucía, ocupaban ayer el 3% de todas las plazas disponibles. Es una cifra que supone un cambio real, total. Ya no habrá informes diarios con contagiados. Tampoco será necesario confinarse en caso de síntomas leves e, incluso, no se harán pruebas diagnósticas más que a personas que se consideren especialmente vulnerables por edad, enfermedad crónica o estado físico. Queda confirmado que los dígitos mandan. Son un juez inapelable que establece cuándo se han hecho bien las cosas. En investigación, en vacunación, en responsabilidad personal se ha respondido con firmeza y rapidez.
Las excepciones inevitables pueden calificarse de anécdotas por más ruido que hicieran. Así hemos llegado a un momento, por primera vez desde el 14 de marzo de 2020, en el que los números del coronavirus ya no superarán en repercusión y trascendencia a los del desempleo, a los de las víctimas de un conflicto bélico desgarrador o a los asociados a la lógica y humana evasión: qué película se ha llevado más Oscar, las visualizaciones que tiene el célebre bofetón, los resultados de la selección de fútbol y los de Rafa Nadal. Es un alivio deseado y necesario, aunque debemos conservar una cuota particular de prudencia, de aprendizaje y prevención. En plena ola de inflación, energética sobre todo, con el dolor de la guerra tan presente, necesitamos aprovechar con cautela y rigor las oportunidades que tengamos para la esperanza. Ya tenemos que lidiar con la doble crisis estos meses. Habrá que alegrarse, con moderación y contención, de que ya no sea triple.