De nuevo, toca la prudencia obligada
El aumento de contagios de los últimos días vuelve a ser un reto para el sentido de la responsabilidad, de la que depende evitar el colapso del sistema
El repertorio nos lo conocemos de sobra. Tanto, que con los primeros compases de la música ya sabemos cuál va a ser la canción que suene. Los datos de nuevos contagios de coronavirus de las últimas semanas se parecen, con demasiada precisión, a las tendencias ... que ya experimentamos en el resto de olas la pandemia de Covid-19. Si hace un par de semanas parecía que los contagios estaban muy al alza pero que los ingresos hospitalarios apenas se percibían, hoy ya se empieza a reconocer una incipiente pero constante subida en el número de hospitalizados y en la cantidad de asistidos en las unidades de cuidados intensivos. Es cuestión de días, recordemos la tozudez de las cifras en olas similares, que empiece a incrementarse la cifra de personas fallecidas por la enfermedad.
Es por eso que, una vez más, se hace preciso hacer un llamamiento a la responsabilidad ciudadana para que, por encima del manoseado eslogan del gobierno central, detengamos esta ola, y ya van seis, entre todos. En especial, porque en estas fechas todos tendemos a reencontrarnos con la familia, a usar de ese calor humano que nos define como personas y nos reconforta como ciudadanos. Y por segunda vez, pese a los optimistas augurios del mismo Gobierno que ha ido dando palos de ciego desde que comenzó la crisis sanitaria, se pide que en esta Navidad, junto con el turrón, los mazapanes y el cava, incorporemos la distancia social, la mascarilla y el pasaporte covid. La razón no puede estar más justificada: preservar la seguridad de nuestros propios seres queridos ya que este maldito virus tiende a contagiar, precisamente, a quienes queremos tener más cerca.
El Covid-19 ha demostrado en todos los meses que lleva con nosotros que es un enemigo esquivo, que aprovecha cuando bajamos la guardia para atacarnos donde más nos duele. La masiva campaña de vacunación que ha realizado España nos permite afrontar con algo más de garantías una posible infección, pero no es una salvaguarda total de la enfermedad por la escurridiza variante omicron. La prudencia y el respeto por unas normas que nos conocemos al dedillo desde hace demasiado tiempo serán el mejor regalo de Reyes posible.