Nuestros mayores son la primera víctima

Casos como los de las residencias muestran que son los más vulnerables entre los vulnerables

«Es una máquina perfecta, que cumple su misión de infectar, reproducirse y atacar ». Así definía a este coronavirus el director médico del hospital de San Carlos de Madrid anoche. Ahora mismo, dentro del agujero de temor y desánimo que vivimos casi todos, ... parece que esos microscópicos seres vivos están capacitados para cargárselo todo, para arrasar con vidas y con haciendas, con la salud y con el trabajo de muchos.

Pero no olvidemos que entre 6 y 7 de cada diez personas que lo contraen no tienen síntomas o los perciben de forma muy leve. De los otros tres que desarrollan una temible neumonía nueva para los científicos, dos son mayores. Porque si algo nos está enseñando esta histórica crisis sanitaria es que nuestros mayores son los vulnerables entre los vulnerables. Las residencias en las que muchos pasan sus últimos días se han convertido en los más crueles focos de infección y hasta el Ejército anunció ayer que ha descubierto a ocupantes de estos recintos, abandonados a su suerte, conviviendo con cadáveres Diez días recluidos y ya estamos desesperados al ver la cara al horror. Los expertos lo avisaron pero nadie les hizo caso. La pandemia sonaba a chiste macabro de aguafiestas, a exageración de hipocondríacos y aprensivos. Esta pandemia pondrá a cada uno en su sitio, nos quitará la careta a todos. Y como sociedad, ya queda claro que hemos abandonado a nuestros mayores. Casos como el de Alcalá de la Sierra son nuestra versión provincial de una realidad que ha tenido escenas terribles por toda España.

Algunos, optimistas, defienden que la sociedad aprenderá de este golpe desconocido, que será otra distinta cuando todo pase. Porque pasará. Dentro de mucho, gradualmente quizás, pero pasará. Sin embargo, los más pesimistas o realistas, defienden que cuando volvamos a la normalidad, no tardaremos en recuperar los viejos hábitos hasta el próximo ataque de pánico.

De nuevo nos olvidaremos de los mayores, de los más vulnerables dentro de los vulnerables. Nada cambiará. En todas partes, el virus va a consolidar lo que ya existía. A fortalecer el orden establecido, nación por nación. Esto es solo un paréntesis aciago. No hay que olvidar que un país como Reino Unido, años antes de esta pandemia, había tenido que crear un ministerio de la soledad para tratar de atajar otra enfermedad disparada: la de abandonar a nuestros mayores.     

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