La necesidad de una mirada más amplia

Los hosteleros gaditanos se equivocan en sus críticas a la decisión de la Junta de mantener las restricciones para evitar un aumento de contagios

La hostelería ha sido uno de los sectores económicos más castigados durante la crisis. La naturaleza cruel del virus ha hecho que sus negocios sean los primeros en sufrir las consecuencias de las limitaciones para evitar la proliferación del coronavirus. Y también están siendo de ... los últimos en retomar una normalidad que absolutamente todos ansiamos. No obstante, y desde la comprensión que se merece quien lo está pasando mal y el cariño que se ha ganado quien siempre ha estado al pie del cañón, hay que decirle a la patronal que se equivoca en su estrategia de judicializar las medidas que ha impuesto la Junta de Andalucía para evitar que la curva de contagios vuelva a ir hacia arriba.

El propio presidente de la Junta confesó en su alocución del pasado miércoles que no le gustaban las medidas que tenía que tomar, pero que eran imprescindibles para garantizar la salud de los ciudadanos. El mismo alcalde de Cádiz, nada sospechoso de simpatizar con la coalición que gobierna la Junta, mostró su conformidad con las medidas que llegaban desde San Telmo, consciente de que éste no es el momento de gastar fuerzas con reproches inútiles. La administración es la primera interesada en facilitar la movilidad, en permitir que la hostelería pueda servir sin restricciones y, en definitiva, en recuperar una normalidad que era sinónimo de alegría y mejora económica en la región. Pero, sencillamente, los datos epidemiológicos no lo permiten.

Es preciso que los hosteleros tengan una visión más amplia, que vayan más allá del propio negocio y comprendan que una situación incontrolable como la que estamos viviendo en la actualidad precisa de decisiones duras y valientes. Por supuesto que están en su derecho, y casi podríamos decir que en su deber, de solicitar cuantas ayudas sean posibles para evitar la bancarrota y para conservar los empleos que mantienen, pero optar por la confrontación con la administración que desea preservar su salud es una temeridad y un peligroso ejemplo para el resto de colectivos. Esperemos que, como ha sucedido en anteriores ocasiones, la patronal recapacite y modere su tono de protesta. Y, sobre todo, que todo esto pase cuanto antes para que podamos volver a llenar, sin limitación de horarios ni de aforos, nuestros queridos bares, cafeterías y restaurantes.

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