Naturaleza o venganza contra el hombre
Los contactos de las orcas con las embarcaciones responden a un ritual de aprendizaje y al exceso de atunes en el Estrecho
Las teorías de la conspiración abundan en tiempos de hiperconexión (simultánea al hiperaislamiento) y graves crisis globales. La pandemia y el cambio climático alimentan la sensación general de que la naturaleza se toma una especie de venganza contra el ser humano. Las constantes agresiones al ... medio tienen respuesta en forma de enfermedades nuevas, sequías, inundaciones, olas de calor, incendios, terremotos... Lo más parecido al apocalipsis que todas las religiones anuncian si la humanidad se rebela contra un orden universal o lo ignora. Es poético, filosófico, tentador. Pero ese temor al ajuste de cuentas de la naturaleza también puede llevar a exageraciones y equivocaciones. Parece ser el caso de los constantes ataques de orcas a las embarcaciones en el Estrecho de Gibraltar y el litoral suroeste de la provincia. Nunca se habían documentado y al producirse con tanta frecuencia, la sospecha de una revuelta de los animales contra el pérfido humano está servida. Los expertos dicen, en cambio, que no es así. Es un comportamiento nuevo pero dentro del orden natural. El primer caso del que se tiene constancia en Cádiz data de marzo de 2020. Desde entonces, más de 140 ataques de orcas a embarcaciones en la costa gaditana, en la zona cercana al Estrecho de Gibraltar, frente al área comprendida entre Cabo de Trafalgar, Barbate y Punta Paloma.
Los estudiosos incluso niegan la palabra «ataque». Prefieren «interacciones». De hecho, para combatir la creencia de una revuelta animal, afirman que hay precedentes frente a Galicia y Portugal. Eso sí, en Cádiz se han multiplicado hasta obligar a Capitanía Marítima a prohibir el tránsito de veleros de menos de 15 metros de eslora por el tramo de costa gaditana que se ha visto afectado. Los motivos del cambio, natural, son dos: la población de atunes rojos ha crecido debido a las limitaciones de pesca y, en segundo término, las orcas en edad adulta confunden los timones con crías de este pez (uno de sus alimentos preferentes) por lo que se dirigen hacia ellos y enseñan a sus crías a darles caza. Como respuesta, desde los barcos, no cabe más que prudencia, seguir el protocolo, parar el barco, dejar quieto el timón que confunden con su presa y seguir con el piloto automático. Es decir, responder con naturalidad a un fenómeno que no deja de ser natural.