El momento de significarse contra la violencia
Los representantes públicos y agentes sociales no pueden ponerse de perfil ante el descontrol en las protestas del metal
La capital acumula tres días de enfrentamientos, que también se han extendido al Campo de Gibraltar, a San Fernando y, en menor medida, al Trocadero. Tres días de barricadas, tres días de condicionar la vida del resto de la ciudadanía, tres días de altercados con ... la Policía. La escalada de violencia tuvo ayer un nuevo episodio con el hostigamiento a los medios de comunicación. Redactores, fotógrafos y cámaras sufrieron el acoso de los radicales que, parapetados en el anonimato que les confiere la capucha y la mascarilla, se prestan al insulto, a la amenaza o a la agresión. La Asociación de la Prensa de Cádiz se ha visto obligada a emitir un comunicado en el que le recuerda a los trabajadores del metal que a quienes agreden son, también trabajadores. Irónicamente, a los periodistas se les englobaba hace años en el grupo de ‘Trabajadores del metal’. Serían otros tiempos de solidaridad.
Ayer referíamos que un camionero había sufrido lesiones en la cabeza por la acción de un piquete. Ese mismo trabajador ha emprendido acciones contra el sindicalista que estaba detrás de la acción. CC OO ha anunciado que, «de confirmarse», se tomarían medidas. En este estado de las cosas, seguir con este lenguaje blando supone una tremenda irresponsabilidad. Los sindicatos, los líderes políticos y los distintos agentes sociales deben empezar a manifestarse clara e inequívocamente contra la violencia sin paños calientes, sin un rosario de matices y sin veladas justificaciones.
Las palabras de ayer del alcalde de Cádiz fueron un claro ejemplo de lo que no se puede hacer. Kichi, desde su puesto de regidor de los gaditanos (por mucho que renegara en su alocución de un título que es el que justificaba que los obreros fueran a verle), no puede justificar la violencia descontrolada como respuesta a unos supuestos agravios históricos cometidos contra el pueblo de Cádiz, ni dotar de épica a una escalada de tensión que comienza a generar problemas económicos para el resto de la ciudad. Habrá que preguntarse si el alcalde mostrará el mismo talante si la Policía Local, o los trabajadores de la oficina de turismo o las limpiadoras prendieran una barricada en el transcurso de sus negociaciones con el ayuntamiento o si, la casualidad, en ese momento se apagará su llama de la lucha obrera.
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