El Apunte
La meta de esta larga maratón
La medida de relajar el uso de mascarillas supone una lucecita al final de este túnel que hemos tenido que transitar durante la pandemia
La carrera ha sido larga. Pensamos que se trataría de un ligero trote, de un medio fondo quizá, pero ha resultado ser un tremendo maratón. Ahora, cuando ya creíamos que no había más paso que el seguir corriendo, empezamos a ver la línea de meta ... a lo lejos. Quizá es aún un punto sutil pero ya adivinamos que existe un final y que nos vamos a acercar todos juntos. El anuncio de que el próximo sábado las mascarillas dejarán de ser obligatorias en exteriores (no exento de polémica y con la falta de consenso habitual del Gobierno) supone la confirmación de que esta pesadilla que ha sido la pandemia del coronavirus comienza a apagarse, que poco a poco la normalidad, gracias a la vacuna y a las precauciones que todos hemos ido tomando, será lo habitual en nuestras calles, en nuestras oficinas, en nuestras aulas, en nuestras casas. Que diremos al coronavirus adiós, vuélvete por donde has venido.
Pero repetimos, la meta se ve a lo lejos, mas no la hemos alcanzado. La provincia de Cádiz, al igual que el resto de la región, sigue teniendo unas cifras de contagios excesivamente altas y, si bien ha caído drásticamente el número de muertes y de hospitalizados, no podemos pensar que hemos alcanzado ese ansiado final. La propia Junta de Andalucía se ha visto obligada a posponer en dos ocasiones el inicio de su desescalada por las malas cifras que seguimos arrastrando. La variante delta –antes llamada india– también nos hace estar en guardia, dado su mayor poder de contagio entre la población.
Hoy sábado, de momento, vamos a quedarnos con las buenas noticas. Estamos en la cuenta atrás de siete días de poder sacar a pasear nuestras sonrisas, de poder devolver a las calles los rostros que la pandemia nos robó. Recordaremos a todas aquellas caras que se fueron por la maldita enfermedad pero, también, podremos afrontar con nuevo optimismo los tiempos de recuperación que se nos anuncian. La meta está ahí, repetimos, acercándose a zancada de vacunas que se siguen poniendo en ambulatorios y centros dispuestos por el SAS. Cuando la crucemos llegará el momento de pedir responsabilidades por los fallos cometidos y analizar qué debemos hacer para que no se vuelva a repetir. Y habrá que calzarse de nuevo las zapatillas de la resistencia para reconstruir una economía maltrecha y que tardará, aún más, en recuperar la sonrisa.